abraham gragera
abraham gragera
abraham gragera
abraham gragera
testamento
(notas a pie de página)
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Unos meditan en cualquier cosa mientras el agua cede su silueta al
lavabo. Y no son alfareros. Otros dirán, al descubrir residuos de
su cuerpo en la mayólica: leopardo, impidiendo que se oiga el rugido del
desagüe. Pero la ráfaga que emparentó las hojas viudas que bailaban
lentas sobre el bronce escamoso del tejado, con las olas sin mar de
unas palabras en griego antiguo, no estampó su firma. Y qué podrá su
generosidad decirnos salvo no hay por qué o de nada.
La muchacha del Hotel Juventud llenaba cubos, apilaba ropas, fro-
taba espejos como si borrara del piso de madera su saludo resinoso: un
pétalo crujiente, el manso crepitar del bosque checo. Otros serían, en
cambio, sus reparos al modo en que cada uno sueña con llevar algo a
cabo sin formar parte de ello: objetos que no acusen, preguntas que
llegué o no a formular:
¿Qué es el sexo? ¿Es también el azar en tu idioma primera obli-
gación del día, una modalidad distinta de retirar las sábanas; tus pies
que sobreviven a un pasillo resbaladizo para terminar en una habita-
ción desordenada; analogías que legislan la aparente unidireccionali-
dad de la rosa?
Las campanas tontean. Pacientemente esquila el sol el cielo. Ya en
el papel, la dejo recogiendo aquella nota absurda como un himno de
emotividad. Dejo también una casa caliente sobre el empedrado, las
estatuas doradas de un palacio vecino, puentes sorprendidos en la es-
pina dorsal de una caricia que no pueden barrer los abedules: algunas
sugerencias para el último segundo.
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[unos] meditan mientras el agua cede su silueta al
lavabo. Y no son alfareros.
[otros] dirán leopardo
pero la ráfaga [que emparentó las hojas viudas
que bailaban lentas sobre el bronce escamoso
del tejado]
/ con /
[las olas
sin mar de unas palabras en griego antiguo]
no estampó su firma.
y qué podrá decirnos salvo no hay por qué o de nada.
[la muchacha] del Hotel Juventud:
llenaba cubos, apilaba ropas, frotaba espejos
como si borrara del piso de madera su saludo resinoso:
otros serían sus reparos
al modo en que cada uno sueña con llevar
algo a cabo sin formar parte de ello:
objetos que no acusen
preguntas que llegué o no a formular:
¿Qué es el sexo?
¿Es también
/ el azar en tu idioma / primera obligación del día
/ una modalidad de retirar las sábanas
tus pies en un pasillo resbaladizo / para terminar
en una habitación desordenada;
[analogías que legislan]
la unidireccionalidad de la rosa?
Las campanas tontean.
Pacientemente esquila el sol el cielo.
ya en el papel la dejo recogiendo aquella nota absurda
como un himno de emotividad
dejo también: una casa caliente sobre el empedrado,
las estatuas doradas de un palacio vecino,
puentes sorprendidos en la espina dorsal de una caricia
que no pueden barrer los abedules:
algunas sugerencias para el último segundo.
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