verano
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Para la ascensión de mis ojos,
déjame apenas
la violencia solar.
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Mi fe se llama
azulamiento atroz que canta:
cielos que ciñen
la sumisa tierra de oro.
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La sombra velocísima del fruto
que sostengo quebrándome
me alimenta de pájaros.
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Para el prestigio de mi destrucción
déjame apenas
los alcoholes frenéticos del aire.
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Por mi sangre descienden
a su único sueño,
reunido, fervoroso, que se tumba
y muere.
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Suben entonces mis niños ágiles,
destruyendo, a tu vientre.
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Mucho más lejos, una vibración entre dos saltos,
-esta lejanía es todo mi pecado-
la ulterior población dulcemente desnuda
danza en la luz.
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Aldo Oliva
Verano
De Fascinatione, Poesía completa, 2003
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