arden las pérdidas

 

1993-2003 y 2004

 

 

 

viene el olvido                                 

 

ira                                                                      

 

más allá de la sombra        

 

claridad sin descanso          

 

 

 

 

viene el olvido                        413 – 432

 

 

 

413

 

 

LA LUZ hierve debajo de mis párpados.

 

De un ruiseñor absorto en la ceniza, de sus negras entrañas mu-

sicales, surge una tempestad. Desciende el llanto a las antiguas

celdas, advierto látigos vivientes

 

y la mirada inmóvil de las bestias, su aguja fría en mi corazón.

 

Todo es presagio. La luz es médula de sombra: van a morir los

insectos en las bujías del amanecer. Así

 

arden en mí los significados.

 

 

414

 

 

TENGO frío bajo un arco que separa la existencia y la luz,

que separa cuanto he olvidado

y la última luz.

 

 

415

 

 

 

HAY una astilla de luz en la apariencia de la eternidad, hemos

lamido, casi amándolas, membranas invisibles, no hay más que

invierno en las ramas inmóviles y todos los signos están vacíos.

 

Estamos solos entre dos negaciones como huesos abandonados

a los perros que nunca llegarán.

 

Va a entrar el día en la habitación calcinada. Ha sido inútil la

sutura negra.

 

Queda un placer: ardemos

 

en palabras incomprensibles.

 

 

416

 

 

 

HE TIRADO al abismo el hueso de la misericordia; no es nece-

sario cuando el dolor es parte de la serenidad, pero la lucidez

trabaja en mí como un alcohol enloquecido.

 

Sé que las uñas crecen en la muerte. No

 

baja nadie al corazón. Nos despojamos de nosotros mismos al

expulsar la falsedad, nos desollamos y

 

no viene nadie. No

 

hay sombras ni agonía. Bien:

 

no haya más que luz. Así es

 

la última ebriedad: partes iguales

 

de vértigo y olvido.

 

 

 

417

 

 

 

EN Los desvanes habitados por palomas cuyas alas tiemblan

entre tinieblas y cristales

 

veo la pureza de rostros que se forman en la lluvia y

lágrimas sobre úlceras amarillas.

 

 

 

Son los desvanes de la infancia. Estoy

 

atravesando olvido.

 

 

418

 

 

 

EN LAS iglesias y en las clínicas

vi columnas de luz y uñas de acero

y resistí asido a las manos de mi madre.

 

 

 

 

Ahora

aparto crespones y cánulas hipodérmicas:

busco las manos de mi madre en los armarios llenos de sombra.

 

 

419

 

 

 

VI MI rostro en el interior del cobre abrillantado por el vinagre

y el frío.

 

Era la niñez delante de agujeros sangrientos,

 

la niñez abrasada en sus pétalos, perdida

 

en la dulzura negra de canciones lejanas.

 

 

420

 

 

 

OIGO la lluvia de otro tiempo; humedece

lienzos inmóviles.

 

Fuera de mi pensamiento, extensa

 

en el pasado, cunde

 

aún la tormenta.

Así

enloquezco en la verdad.

 

 

 

421

 

 

 

VI ÁRBOLES clamando, bestias heridas y el temblor del sílice.

 

Vi la vagina maternal que llora y el dolor en una cunea dorada

 

y a los suicidas en el interior de la luz.

 

 

 

Ahora no veo más que

 

ángulos temibles.

 

 

 

 

422

 

 

 

LA MEMORIA es mortal. Algunas tardes, Billie Holiday pone su

rosa enferma en mis oídos.

 

Algunas tardes me sorprendo

 

lejos de mí, llorando.

 

 

 

423

 

 

 

UNA pasión fría endurece mis lágrimas.

 

Pesan las piedras en mis ojos: alguien

 

me destruye o me ama.

 

 

 

424

 

 

 

SOBRE mi carne pasa, grave de amor, la misma lengua que silba

en mi vejez y me despierto

 

envuelto en coágulos de sombra

 

y se desprende de la noche

 

una flor negra y húmeda de llanto.

 

 

 

425

 

 

 

AÚN sus manos acuden a mis sueños adelantándose a un grito

negro, a hierros ocultos en mi corazón.

 

Mi vejez tuerce sus huesos y quema sus cabellos, mi vejez en-

vuelta en una piel húmeda de amor.

 

Su mirada viene de países a los que no iré nunca.

 

Sobre mi piel hierven sus lágrimas.

 

 

 

426

 

 

 

MIRO mi desnudez. Contemplo

 

la aparición de las heridas blancas.

 

 

 

Envuelto en sábanas mortales,

 

bebo en las aguas femeninas

 

la dulzura y la sombra.

 

 

 

427

 

 

 

PUSE mis manos en un rostro y las retiré heridas por el amor.
Ahora,

 

el olvido acaricia mis manos.

 

 

 

428

 

 

 

ADVERTÍ la humedad ácida y las llagas vivientes

 

y los huesos de su rostro como frutos de sombra.

 

Vi luz en sus manos, luz

 

en los cartílagos y las venas. Luego,

 

descendieron las vértebras y ya

 

no vi más que eternidad y frío

 

ciego y azul en la mirada inmóvil.

 

 

 

429

 

 

 

LAS uñas de animales inexistentes arrancan nuestros ojos en los

sueños.

 

Así es la noche.

 

 

 

 

430

 

 

 

PALOMAS. Atraviesan la inexistencia.

Hay huellas de pastor frente al abismo. Cóncavas.

Todo se explica en la imposibilidad.

 

 

Hay úlceras en la pureza, vamos

de lo visible a lo invisible.

 

 

En este error descansa nuestro corazón.

 

 

 

431

 

 

 

 

ARDEN las pérdidas. Ya ardían

 

en la cabeza de mi madre. Antes

 

ardió la verdad y ardió

 

también mi pensamiento. Ahora

 

mi pasión es la indiferencia.

Escucho

en la madera dientes invisibles.

 

 

 

 

432

 

 

 

 

 

HE ATRAVESADO las creencias. Durante mucho tiempo

 

nevó sin esperanza.

 

Había madres que enloquecían al amanecer: oigo sus gritos
amarillos.

 

 

 

Aún nieva. Creo en la desaparición.

 

Creo en la ira.

 

 

 

 

 

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