Siento el crepúsculo en mis manos. Llega a través del laurel enfermo. Yo no quiero pensar ni ser amado ni ser feliz ni recordar.

Sólo quiero sentir esta luz en mis manos

y desconocer todos los rostros y que las canciones dejen de pesar en mi corazón

y que los pájaros pasen ante mis ojos y yo no advierta que se han ido.

Hay

grietas y sombras en paredes blancas y pronto habrá más grietas y más sombras y finalmente no habrá paredes blancas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

antonio gamoneda

siento el crepúsculo en mis manos

Tusquets Editores

de Arden las pérdidas

Barcelona, Tusquets Editores, 2004

 

 

 

 


 

 

 

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