Baja a la eternidad de las

letrinas blancas hasta que

sientas el silencio y su pure-

za te confunda,

oigas campanas y el huracán

de las alondras,

veas el rostro inútilmente

amado.

Has llegado al gran sábado de la vida.

En la blancura avanza el ani-

mal perfecto, ávido en la quie-

tud, con su brasa amarilla.

Cesa en su llanto melodioso y,

suavemente, orina.

 

 

 

 

antonio gamoneda

 

de libro del frío (1986-1992, 1998, 2004)

 

 


 

 

 

 

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