aymeline-valade

 

 

 

Se dice que cada uno vive en el universo que es capaz de imaginar, de manera que la imaginación

de Aymeline es poderosa y con preferencia por el azul, que es, quizá, el color del deshielo y de otras

muchas cosas. Parece que ha elegido escapar del rebaño o del gregarismo y, así, se ha teletransportado

a la playa solitaria de un mar solitario, con la arena blanca y una verde isla a escasa distancia de la costa.

La naturaleza natural está casi siempre activa, haciendo cosas —con frecuencia innecesarias— y tiende

a castigar la negligencia. Aymeline está hermosa como cuando se es capaz de pensar bien, favorablemente,

de uno mismo.

Es todo tan azul que no parece de día ni de noche, sino otro planeta con un funcionamiento distinto del sol

y de la luna: otro planeta.

Suele suceder que, si nos mezclamos con la vida, exageramos su importancia, y si nos alejamos de ella,

exageramos su insignificancia —o eso nos parece—.

Aymeline posiblemente sabe que las pulseras de metal suenan si son dos, y como quizá no quiera sentirse

cascabelera ni acompañarse sonoramente a sí misma, se ha dejado solo el metal dorado de la bocamanga.

Se dice que cuando uno se pregunta si es feliz, inmediatamente deja de serlo, pero esa observación tiene

un innegable sesgo neurótico que no nos convence.

Es probable que el mar y el cielo se alegrasen cuando nació o se inventó el color azul: desde entonces

se volvieron intensos, indomables, profundos y hasta hipnóticos, tal vez el mar con más fuerza que el cielo,

que es, en general, más tranquilo.

Aymeline tiene un rostro expresivo, con poco espacio libre, en el que pasan bastantes cosas: se trata de

un rostro sabroso, con unos ojos más comunicativos que soñadores, con una boca de labios activos,

entreabiertos, una barbilla larga y una larga nariz, con ese escote que baja en profundidad hasta el ombligo,

haciendo una llanura casi excesiva por la que cruzarán los caballos, bajando desde el cuello, corriendo

en la dirección del viento.

Uno siente, cree, opina, que el azul y el blanco no son los colores de Aymeline, pero está igualmente hermosa.

 

 

 


 

 

 

 

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