Esta escolta de lunas y lloviznas
dibuja espacios, como ramas que bucean
en la oquedad azarosa de lo ausente.
Mi mirada se expande y te enraiza
adentro nuestro o afuera de un abrazo
que roza frutos del árbol sumergido.
Tus nociones regresan a encarnarse
en una sombra común que no comparte
burbujas ni brotes ni temores.
Caverna única. Azul. Que gesta grutas
y se vuelve sustancia transmigrada
por vaivenes intensos de palabras.
Este clima de niños en su juego
es un cielo viscoso sin peligros
que carece a la vez de piel y venas
en la oquedad azarosa de lo ausente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mabel Bellante

 

 

 

 

 

 

 

 

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