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Tolerancia

Llueve sin ruido sobre el prado del mar.

Nadie transita por las sucias calles.

Una mujer sola descendió del tren:

bajo el abrigo se vio la blanca enagua

y las piernas desaparecieron en el portal oscuro.

Se diría una aldea sumergida. La noche

gotea fría sobre los umbrales, y las casas

esparcen humo azul entre la sombra. Rojizas,

las ventanas se encienden. También brilla una luz

tras los entornados postigos de la casa oscura.

Al día siguiente hace frío, y está el sol sobre el mar.

La mujer, en enaguas, se lava la boca

en la fuente, y la espuma es rosada. Tiene el cabello

áspero y rubio, semejante a las pieles de naranja

esparcidas por el suelo. Protegida por la fuente, espía

a un chiquillo moreno que la mira embobado.

Negras mujeres abren de par en par postigos sobre la plaza

los maridos dormitan, todavía, en la sombra.

Cuando vuelve la noche, sigue la lluvia

crepitando en las brasas. Las esposas,

aventando el carbón, dirigen sus miradas

hacia la casa oscura y la fuente desierta. La casa

tiene cerrados los postigos, pero dentro hay un lecho,

y en el lecho una rubia que se gana la vida.

Todos los de la aldea reposan, por la noche,

todos, menos la rubia que se lava en el alba.

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Tolleranza

Piove senza rumore sul prato del mare.

Per le luride strade non passa nessuno.

E’ discesa dal treno una femmina sola:

tra il cappotto si è vista la chiara sottana

e le gambe sparire nella porta annerita.

Si direbbe un paese sommerso. La sera

Stilla fredda su tutte le soglie, e le case

Spandon fumo azzurrino nell’ombra. Rossastre

Le finestre s’accendono. S’accende una luce

Tra le imposte accostate nella casa annerita.

L’indomani fa freddo e c’è il sole sul mare.

Una donna in sottana si strofina la bocca

Alla fronte, e la schiuma è rosata. Ha i capelli

Biondo – ruvido, simili alle bucce d’arancia

Sparse in terra. Protesa alla fonte, sogguarda

Un monello nerastro che la fissa incantato.

Donne fosche spalancano imposte alla piazza

– i mariti sonnecchiano ancora, nel buio.

Quando torna la sera, riprende la pioggia

Scoppiettante sui molti bracieri. Le spose,

ventilando i carboni, danno occhiate alla casa

annerita e alla fonte deserta. La casa

ha le imposte accecate, ma dentro c’è un letto,

e sul letto una bionda si guadagna la vita.

Tutto quanto il paese riposa la notte,

tutto, tranne la bionda, che si lava al mattino.

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Cesare Pavese

da Lavorare stanca 1936-1943


 

 

 

 

 

 

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