Necesito certezas a medida que avanzo hacia la muerte.

Necesito que un árbol sea un árbol y el río, un río.

Y ese río yo mismo. Variar su curso para después,

como un niño al que en sus ojos no cabe la mirada

abandonarlo todo, polvo entre los dedos

dedos entre el polvo, liberándose así la vanidad

que me sobrevivía, la de la luz reflejada en las cosas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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