eugenio montale, poesía completa, galaxia gutenberg, barcelona, 2006

 

 

 

 

 

Encuadernada en tela azul, por fin toda la poesía de Montale en castellano,

y al lado de toda la poesía de Montale en italiano. Esta edición puede presumir,

además, de ser la primera que recoge toda la obra poética del escritor genovés

en una lengua extranjera. Muchas bibliotecas, grandes y pequeñas, públicas

y secretas, españolas y americanas, esperaban esta pieza desde hace años.

No obstante, lamento, desde el punto de vista editorial, que haya que poner

un asterisco y nota a pie de página al título del volumen, pues han quedado

fuera los Poemas dispersos, que aunque se consideren de poca importancia

forman parte del corpus; cuesta entender cómo se ha podido dejar pasar ocasión

tal de reunir TODA la poesía del autor.

 

Por fin, con todo. No tengo, como Morábito, «la sensación de que es un poeta

todavía inédito en castellano», pero sin duda un poeta como Eugenio Montale

reclamaba, desde hace tiempo, algo más de estudio, un esfuerzo editorial.

Si se hace un poco de historia editorial sobre Montale en castellano, sorprende

la escasa atención que se le ha prestado hasta 1996, centenario de su nacimiento.

Más allá del hecho de que se trate de un Premio Nobel, sorprende teniendo

en cuenta, por ejemplo, que ya hacia 1929, sólo cuatro años después de la

publicación de la primera versión de Huesos de sepia, el mismísimo T. S. Eliot

se tomó la molestia de trasladar sus poemas al inglés.

También conocemos, de esa época, las traducciones recíprocas de Montale

y Guillén.

 

En 1975, Visor nos dio los Huesos de sepia en traducción de Francisco Ferrer

Lerín. En 1978, Horacio Armani publicaba en Buenos Aires su versión de los Huesos 

y de Las ocasiones. En 1982, Júcar, en su colección de «Los poetas», ofrecía la

selección y traducción de Joaquín Arce. En 1983, Carlo Frabetti publicaba su

antología montaliana en Orbis. En 1990, una nueva aportación de Armani:

otra antología. Así llegamos a 1996, en que Hiperión publica 37 poemas traducidos

por otros tantos poetas españoles. También ese año el cubano Ernesto Hernández

Busto ofrece su versión de «Los motetes», una de las secciones de Las ocasiones.

 

A partir de entonces, las ediciones en castellano de la poesía de Montale son más

frecuentes: Mª Ángeles Cabré traduce el Diario póstumo (Rosa Cúbica, 1999) y 

Satura (Icaria, 2000); Hernández Busto, el Cuaderno de cuatro años (Artes de México,

1999); Carlo Frabetti publica su traducción de la totalidad de Huesos de sepia 

(Ígitur, 2000); en México, Luis Mayer ofrece su versión de los Huesos (UAM, 2001);

Juana Ruiz traduce La tormenta y otros poemas (DVD, 2003); Carlos Vitale, en fin,

nos dio el año pasado su versión de Las ocasiones (Ígitur, 2006).

 

Cualquiera que conozca bien la poesía de Montale echaba de menos, pues, una

traducción del Diario del ’71 y del ’72 y de los Otros versos (de 1972-1980). Y, sobre t

odo, una edición bilingüe completa y unitaria.

Fabio Morábito, poeta, narrador y ensayista afincado en México, ha llevado a

cabo ese trabajo, ingente y arduo, con un resultado más que satisfactorio. Transcribo

unas palabras de Hernández Busto, poco sospechoso de adulación en tanto que

antecesor de Morábito en la empresa de traducir al poeta italiano:

«Poquísimos son hoy los poetas del patio que se atreven a traducir, de manera

sistemática y lograda, a un poeta de esa altura. […] Morábito […] ha hecho un

magnífico trabajo al aunar su profundo conocimiento de la poética montaliana y

sus sobradas dotes como traductor y poeta» (Letras libres, Edición México, febrero

de 2007). Es cierto que le reprocha ciertos alardes de originalidad, pero reconoce

que su breve elenco de peros no ensombrece en absoluto la proeza traductora

de Morábito, repleta de aciertos. Estoy de acuerdo.

 

«El miedo de no ser lo bastante original» señalado por Hernández Busto va un poco

más allá en la opinión de otros críticos; Eduardo Moga (Quimera, marzo de 2007),

por ejemplo, le reprocha un deliberado alejamiento de las traducciones precedentes,

a menudo no justificable partiendo llanamente del texto original.

También estoy de acuerdo. Y para los interesados en los ejercicios de traducción

comparada traigo una muestra que, a mi juicio, confirma esta apreciación; se trata

de los primeros versos de uno de los poemas más recordados de la sección titulada

«Mediterráneo», de Huesos de sepia:

 

 

 

Avrei voluto sentirmi scabro ed essenziale
siccome i ciottoli che tu volvi,
mangiati dalla salsedine;
scheggia fuori del tempo, testimone
di una volontà fredda che non passa.

 

 

 

Habría querido sentirme áspero y esencial
como los guijarros que tú devuelves,
comidos por la sal;
brizna fuera del tiempo, testimonio
de una voluntad fría que no cambia.

 

(F. Ferrer)

 

 

 

Hubiera querido sentirme áspero y esencial
como los guijarros que volteas,
comidos por el salitre;
esquirla fuera del tiempo, testimonio
de una voluntad fría que no pasa.

 

(J. Arce)

 

 

Hubiera querido sentirme áspero y esencial
como los guijarros que tú devuelves,
comidos por la sal;
astilla fuera del tiempo, testimonio
de una voluntad fría que no pasa.

 

(C. Frabetti)

 

 

¡Ah, ser escueto y esencial
como las guijas que volteas,
comidas por la sal y el yodo,
astilla fuera del tiempo, testigo
de una fría voluntad que no pasa!

 

(F. Morábito)

 

 

 

Con esto, por fin toda la poesía de Montale, con un estudio introductorio impecable,

y encuadernada en tela azul.

 

Gonzalo Salvador

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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