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Famam Librosque Cano
Your songs?
Oh! The little mothers
Will sing them in the twilight,
And when the night
Shrinketh the kiss of the dawn
That loves and kills,
What time the swallow fills
Here note, the little rabbit folk
That some call children,
Such as are up and wide,
Will laugh your verses to each other,
Pulling on their shoes for the day’s business,
Serious child business that the world
Laughs at, and grows stale;
Such is the tale
-Part of it-of thy song-life.
Mine?
A book is known by them that read
That same. Thy public in my screed
Is listed. Well! Some score years hence
Behold mine audience,
As we had seen him yesterday.
Scrawny, be-spectacled, out at heels,
Such an one as the world feels
A sort of curse against its guzzling
And its age-lasting wallow for red greed
And yet; full speed
Though it should run for its own getting,
Will turn aside to sneer at
‘Cause he hath
No coin, no will to snatch the aftermath
Of Mammon
Such an one as women draw away from
For the tobacco ashes scattered on his coat
And sith his throat
Show’s razor’s unfamiliarity
And three days’ beard;
Such an one picking a ragged
Backless copy from the stall,
Too cheap for cataloguing,
Loquitur,
‘Ah-eh! the strange rare name . . .
Ah-eh! He must be rare if even I have not . . .’
And lost mid-page
Such age
As his pardons the habit,
He analyses form and thought to see
How I ‘scaped immortality.
Famam Librosque Cano
¿Tus canciones?
¡Oh! Las pequeñas madres
las cantarán en el crepúsculo,
y cuando la noche
se desvanezca al beso de la aurora
que ama y mata,
la hora que las golondrinas llenan
con sus notas, los conejitos del campo
que algunos llaman niños,
tal como son, altos y gordos,
comentarán tus besos entre risas,
poniéndose los zapatos, listos para el día de negocios,
serios negocios infantiles de los que el mundo
ríe, y crecen viciados
tal es el relato
−parte de él− de tu canto-a-la-vida.
¿El mío?
Un libro es conocido por aquellos que leen
lo mismo.Tu público está presente
en mí arenga. ¡Vamos! Desde hace años
los considero mi audiencia
tal como antes lo fue tuya.
Flaco, con anteojos, sin tacones,
tal como uno que siente al mundo
como una suerte de maldición contra su borrachera
revolcándose en sus últimos años por una roja codicia
y sin embargo; a toda velocidad
aún cuando debería correr por su propia
satisfacción,
se volverá para mofarse
porque no tuvo
un centavo, ninguna voluntad para asumir
las desastrosas
consecuencias de Mammon.
De alguien así, del que las mujeres se apartan
por las cenizas de tabaco dispersas por su abrigo
y cuya garganta
muestra poca familiaridad con la navaja
y barba de tres días;
de alguien así, cogiendo un sucio
ejemplar sin lomo del estante,
demasiado barato para catalogarlo,
loquitur,
“¡Ah-eh! qué nombre más extraño…
¡Ah-eh! Debe ser raro cuando hasta yo no tengo…”
Y perdido con la edad
a mitad de página
el hábito de disculparse,
analiza forma y pensamiento para ver
cómo huí yo de la inmortalidad.”
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