De l’eau – Poéme

Poéme / Poémes d’Francis Ponge

 

Plus bas que moi, toujours plus bas que moi se trouve l’eau. C’est toujours les yeux baissés que je la regarde. Comme le sol, comme une partie du sol, comme une modification du sol.

Elle est blanche et brillante, informe et fraîche, passive et obstinée dans son seul vice : la pesanteur; disposant de moyens exceptionnels pour satisfaire ce vice : contournant, transperçant, érodant, filtrant.

A l’intérieur d’elle-même ce vice aussi joue : elle s’effondre sans cesse, renonce à chaque instant à toute forme, ne tend qu’à s’humilier, se couche à plat ventre sur le sol, quasi cadavre, comme les moines de certains ordres. Toujours plus bas : telle semble être sa devise : le contraire d’excelsior.

*

On pourrait presque dire que l’eau est folle, à cause de cet hystérique besoin de n’obéir qu’à sa pesanteur, qui la possède comme une idée fixe.

Certes, tout au monde connaît ce besoin, qui toujours et en tous lieux doit être satisfait. Cette armoire, par exemple, se montre fort têtue dans son désir d’adhérer au sol, et si elle se trouve un jour en équilibre instable, elle préférera s’abîmer plutôt que d’y contrevenir. Mais enfin, dans une certaine mesure, elle joue avec la pesanteur, elle la défie : elle ne s’effondre pas dans toutes ses parties, sa corniche, ses moulures ne s’y conforment pas. Il existe en elle une résistance au profit de sa personnalité et de sa forme.

liquide est par définition ce qui préfère obéir à la pesanteur, plutôt que maintenir sa forme, ce qui refuse toute forme pour obéir à sa pesanteur. Et qui perd toute tenue à cause de cette idée fixe, de ce scrupule maladif. De ce vice, qui le rend rapide, précipité ou stagnant; amorphe ou féroce, amorphe et féroce, féroce térébrant, par exemple; rusé, filtrant, contournant; si bien que l’on peut faire de lui ce que l’on veut, et conduire l’eau dans des tuyaux pour la faire ensuite jaillir verticalement afin de jouir enfin de sa fagon de s’abîmer en pluie : une véritable esclave.

… Cependant le soleil et la lune sont jaloux de cette influence exclusive, et ils essayent de s’exercer sur elle lorsqu’elle se trouve offrir la prise de grandes étendues, surtout si elle y est en état de moindre résistance, dispersée en flaques minces. Le soleil alors prélève un plus grand tribut. Il la force à un cyclisme perpétuel, il la traite comme un écureuil dans sa roue.

*

L’eau m’échappe… me file entre les doigts. Et encore! Ce n’est même pas si net (qu’un lézard ou une grenouille) : il m’en reste aux mains des traces, des taches, relativement longues à sécher ou qu’il faut’ essuyer.

Elle m’échappe et cependant me marque, sans que j’y puisse grand-chose.

Idéologiquement c’est la même chose : elle m’échappe, échappe à toute définition, mais laisse dans mon esprit et sur ce papier des traces, des taches informes.

*

Inquiétude de l’eau : sensible-au moindre changement de la déclivité. Sautant les escaliers les deux pieds à la fois. Joueuse, puérile d’obéissance, revenant tout de suite lorsqu’on la rappelle en changeant la pente de ce côté-ci.

Agua

 

Más abajo que yo, siempre más abajo que yo se encuentra el agua.

La miro siempre con los ojos bajos. Como el suelo, como una parte del suelo, como una modificación del suelo.

Blanca y brillante, informe y fresca, pasiva y obstinada en su único vicio: el peso, dispone de los medios más excepcionales para satisfacer el vicio: siempre rodeando, traspasando, erosionando, filtrando.

También en su interior juega este vicio: sin cesar se derrumba, renuncia a cada instante a cualquier forma, solo intenta humillarse, se acuesta panza abajo sobre el suelo, casi un cadáver, como los monjes de ciertas órdenes. Siempre más abajo: tal pareciera ser su lema: lo contrario de lo excelso.

*

Casi podríamos decir que el agua es loca, por esa histérica necesidad de no obedecer más que a su peso, que la domina como una idea fija.

Cierto es que todos conocen esta necesidad, que debe ser satisfecha siempre y en todo lugar.  Este armario, por ejemplo, se muestra testarudo en su deseo de adherirse al suelo, y si un día se perturba su equilibrio, preferirá arruinarse antes que desobedecerle. Pero finalmente, en cierta medida, juega con el peso, lo desafía: no se derrumba en todas sus partes, no se conforman ni sus cornisas, ni sus molduras. Existe en él una resistencia que hará prevalecer su forma y personalidad.

LIQUIDO es por definición lo que prefiere obedecer al peso, más que mantener su forma, lo que rechaza toda forma para obedecer a su peso. Y que pierde toda compostura a causa de esta idea fija, de este  escrúpulo enfermizo. De este vicio, que lo vuelve rápido, precipitado o estancado; amorfo o feroz, amorfo y  feroz, feroz terebrante, por ejemplo; astuto, filtrante, contorneante; tanto que se puede hacer con él lo que se quiera, y conducir el agua por tuberías para hacerla luego resurgir verticalmente para gozar, finalmente, de su manera de desintegrase en forma de lluvia: una verdadera esclava.

…Sin embargo, la luna y el sol celan esta influencia exclusiva, e intentan ejercer sobre ella su poder cuando se ofrece en grandes extensiones, sobre todo cuando se encuentra en estado de mínima resistencia, dispersa en delgados charcos. Entonces, el sol le quita un tributo aún más alto. La fuerza a un ciclismo perpetuo, la trata como a una ardilla en su rueda.

                                                                        *

El agua se me escapa…se me escurre entre los dedos. ¡Y más aún! Su rastro ni siquiera es tan nítido (como la de una lagartija o una rana): quedan en mis manos huellas, manchas que tardan bastante en secarse o que hay que sacudir. 

Se me escapa y sin embargo me marca, sin que pueda evitarlo.

Ideológicamente, pasa igual: se me escapa, escapa a toda definición, pero deja en mi mente y sobre el papel huellas, manchas informes.

                                                                        *

Inquietud del agua: sensible al más mínimo cambio de declive. Salta los escalones con los dos pies juntos. Juguetona, de obediencia pueril, vuelve enseguida cuando uno la llama al inclinar la pendiente hacia este lado.

 

 

 

 

Traducción Florence Baranger-Bedel
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