Caigo sobre unas manos 


Cuando no sabía

aún que yo vivía en unas manos,

ellas pasaban sobre mi rostro y mi corazón.

Yo sentía que la noche era dulce

como una leche silenciosa. Y grande.

Mucho más grande que mi vida.

Madre:

era tus manos y la noche juntas.

Por eso aquella oscuridad me amaba.

No lo recuerdo pero está conmigo.

Donde yo existo más, en lo olvidado,

están las manos y la noche.

A veces,

cuando mi cabeza cuelga sobre la tierra

y ya no puedo más y está vacío

el mundo, alguna vez, sube el olvido

aún al corazón.

Y me arrodillo

a respirar sobre tus manos.

Bajo

y tú escondes mi rostro; y soy pequeño;

y tus manos son grandes; y la noche

viene otra vez, viene otra vez.

Descanso

de ser hombre, descanso de ser hombre.

Antonio Gamoneda

en Blues castellano

[Nota preliminar. Las sucesivas recopilaciones de la lírica de Antonio Gamoneda presentan habituales

modificaciones respecto a las primeras ediciones de sus libros, que afectan a la textualidad de su escritura,

a la disposición de los poemas en cada apartado, y a la inclusión o no de los mismos en los libros en que

originalmente aparecieron.

La suma poética autorizada y última del autor (Esta luz. Poesía reunida [1947-2004], 2006) ofrece dos

versiones de numerosos poemas: la pretendidamente definitiva, y la versión primera, a veces muy distinta

del poema que surge a partir de ella, que aparece recogida en un «Apéndice», en cuerpo de letra menor y

tras el «Epílogo» de Miguel Casado.

Tal circunstancia refleja, por un lado, la voluntad del autor de mostrar el conjunto de su obra desde la

perspectiva del presente, tras su sometimiento a un proceso de reescritura que afecta fundamentalmente a

sus primeros libros, cuestión ésta que debe ser respetada; pero, por otro, también refleja su determinación de

mantener, aun con un carácter de subsidiariedad, los textos originales. En el dilema entre respetar la última

versión de los poemas (lo que supone borrar la sucesividad histórica de su voz a medida en que se ha ido

pronunciando) y atenernos a los textos tal como fueron apareciendo en su primera edición (lo que implica

negar la citada vocación de reescritura), se ha optado por una solución de compromiso: los poemas de los

libros anteriores a Lápidas, incluido éste, se reproducen según la recopilación Edad (Poesía 1947-1986) (1987),

donde el autor ya ha procedido a esa tarea de reformulación textual (pero de modo mucho menos expeditivo

y radical que el utilizado en Esta luz), lo que permite seguir la secuencia creativa del poeta; para sus libros

siguientes -de Libro del frío en adelante-, que han sufrido en mucha menor medida correcciones ulteriores,

se reproducen los textos tal como figuran en Esta luz. (Á. L. P. de P.)]


 

 

 

 

 

2 Comentarios

  1. caballo

    ¿Y Gamoneda?

    Muy lírico y tierno, para mí. Quiero decir

    con mucha abstracción, si se dice así. A veces,

    imágenes de primerísimo orden; a veces, emociones

    emociones de primer orden. ¿Y la combinación de imagen y emoción?

    Menos frecuente. Parece que prefiere los sentimientos a las emociones

    y -como dice en la breve entrevista- la memoria a la actualidad.

    Narciso

    Responder
  2. angel

    A mi Gamoneda me parece un poeta de los que quedan pocos.

    Me gusta mucho y es fácil escoger sus poemas.

    Creo que tiene la mezcla de sentimiento y expresión ideal para hacer poesía.

    Difícil, difícil llegar a tener ese punto.

    Ángel

    Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

las tardes – Vicente Gallego

 

Pero los días, al pasar, no son
el generoso rey que cumple su palabra,
sino el ladrón taimado que nos miente.

 

exilio

 

Miraba la vida desde la ventana
de mis ojos,