cabeza final

Todas las ideologías le dieron de palos.

No conoció la alegría de lo posible.

La humillaron la historia del mundo

y la vergüenza de su país,

la calvicie, los dientes perdidos,

una oscuridad excavada bajo los ojos,

el fracaso personal de su lenguaje.

El obrero que respiró en su interior

ávido de oxígeno y universo continuo

dejó caer el martillo. Fue la razón

quien cegó sus propias ventanas. Pero tampoco

encontró en el delirio conclusión alguna.

Por eso, quizás no fue tan descortés

esa manera de negar el mundo al despedirse.

Sucedió así:

reposando sobre la última almohada

volvió hacia la pared

lo poco que quedaba de su rostro.

Joaquín O. Giannuzzi

de Cabeza final

3/ Naufragios del futuro


 

 

 

 

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