en el corredor del hospital

En el orden frío la escena

estaba prevista: una puerta se abrió en el corredor

como una respuesta decisiva. Una enfermera

aleteó; el médico

se desentendió del mal absoluto

al sacarse los anteojos.

La banalidad de la desgracia, este olor

que nunca olvidaré. Una mujer aulló

en alguna parte, como una vida

saltando de su eje. Y el recién muerto

-ese corto circuito en el sistema-

-gozó una especie de continuación.

Hasta que las sábanas otra vez se alisaron

y todo volvió a su propia burocracia.

Joaquín O. Giannuzzi

Cabeza final

2. Demandas de la existencia


 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

quiéreme

 

como si el amor fuera nuestro