Humphrey Bogart


Humphrey Bogart fumaba demasiado

por una inquietud desconocida

que crispaba su hocico de mono.

Hacia la década del treinta

se instaló en el fraude del celuloide

y puso un poco de estilo de su parte.

Para encarar la sustancia dramática

le bastaba con no afeitarse

y empuñar un revólver

que en su mano se volvía bastante natural.

Desde entonces, prisionero del negativo,

es un dios recurrente que repite

las mismas respuestas a la oscuridad.

Poco importó su muerte

(cáncer pulmonar, naturalmente)

que nada decidió.

Pero el exceso de tabaco

no agotó la neurosis de su época.

Joaquín O. Giannuzzi

Poesía completa Giannuzzi

Ed. Sibilina 2009

Sevilla


 

 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

la no vida

 

sin espacio para la expresión
del dolor, —como hacen los artistas.

 

es posible

 

Es fácil y probable,
que al pasar los años, se desconozcan

 

belleza

 

Era tan guapa
que no llamaba
la atención