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tiroteo en la noche
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Una caliente contracción en el indefenso espacio
y los fogonazos en la oscuridad
nos arrojan a una épica impura.
Cada cosa es un blanco paralizado
bajo el ojo instantáneo del cazador. No es ésta
nuestra última cena, pero en las habitaciones
la época introduce más muertos
de los que merecemos. En el silencio que sigue
no hay ninguna explicación
sino una brusca asfixia en medio de la comida.
La mesa familiar es ahora
un centro fracturado. Nadie quiere la historia
en su plato de sopa, el síncope
detrás de la puerta. Pero el terror
nos acerca un combate donde arder a fondo:
ningún crimen es una verdad aislada.
La noche nos incluye y hay todavía un último disparo
distanciado e irónico: allá afuera
alguien se ha tomado su tiempo
para liberar nuestro juicio atascado.
Lo que ha sucedido busca equilibrio
en el cerebro. Un escalofrío en la vajilla
le pertenece y su bala final
ha definido la situación un sitio para nosotros
en la ardiente comunidad de la cacería.
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Joaquín Giannuzzi
Cabeza final
El abundante presente
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