introducción a la poesía
hacer durar el mundo
veinte minutos
DURACIÓN: 21 minutos
MATERIAL: un mundo y un reloj
EFECTO: espantoso o tranquilizador
EL PASADO se incrusta. Aquí lo tenemos, en los menores gestos. Se enrosca en los pensamientos,
hasta en aquellos que en apariencia no parecen preocuparse por él. El porvenir, también, no deja de
sostener el menor proyecto. Acompaña nuestras más ínfimas anticipaciones.
¿Qué pasaría si —aunque sea ilusoriamente, apenas, para jugar— intentáramos deshacer esas
terribles coerciones? Imaginemos entonces, en la medida de lo posible, que el pasado jamás ocurrió
y que el porvenir no existe. Tratemos de creer que este mundo, tal y como es, sólo dura veinte minutos.
Fue constituido de entrada, justo ahora, tal cual, incluidos nosotros. Un minuto antes no existía. Todo
lo que el mundo contiene en la actualidad como vestigios, ruinas antiguas, bibliotecas, monumentos,
archivos, recuerdos cercanos o lejanos, todo eso acaba de aparecer al mismo tiempo. Los archivos
realmente están, también los testimonios, pero el pasado del que hablan jamás existió de otra forma
que repentinamente.
Este mundo —infinito, diverso, múltiple— posee una duración de vida limitada exactamente a veinte
minutos. Más allá desaparecerá total y definitivamente. No habrá deflagración gigantesca, ninguna
explosión cósmica. No habrá un incendio insensato ni un horno inmenso. Nada más que una extinción
brusca. Como se desvanece una pompa de jabón, como imprevistamente deja de brillar una luz.
Instálese en ese mundo de veinte minutos. Compruebe hasta qué punto, en un sentido, es idéntico al
nuestro: los mismos volúmenes, los mismos cielos. Ningún objeto difiere. La misma gente hace las
mismas cosas. Fíjese; sin embargo, no es para nada el mismo universo. Ese mundo al que le faltan
la profundidad de un pasado real y la perspectiva de un porvenir previsible bien puede parecer totalmente
idéntico, lo cual no implica que difiera tan radicalmente del nuestro debido a ese límite temporal. Antes
de que ese universo efímero haya desaparecido por completo, esfuércese por comprender, usted
que tiene la ilusión de que otra realidad existió y existirá, hasta qué punto su pensamiento es diferente
de esa existencia cronometrada. Cuanto más experimente ese alejamiento y esa distancia, tanto más
podrá sentir la importancia, para nosotros, de lo inmemorial y del horizonte del futuro.
Al aproximarse el plazo fatídico de los veinte minutos, deberá sentir furtivamente el terror sordo de que
todo, en efecto, desaparecerá.
Es probable que nada de eso ocurra. Entonces, en el minuto veintiuno, podrá salir de ese espanto sin
objeto. Así pues, se esforzará por saborear el alivio de que el mundo continúe.
Posiblemente luego, como un resabio, conozca la secreta decepción de que nada se haya extinguido.
Mal jugador…
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Roger-Pol Droit
Editions Odile Jacob
2001, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA DE ARGENTINA, S.A.
Traducción de VÍCTOR GOLDSTEIN
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