isabel bono

 

diario del asco

 

 

tusquets editores

barcelona
2020

 

 

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Si la silla se rompe el perro se muere, pensé. Un perro con

chaleco. La gorda pidió un Bitter Kas y se sentó a mi

izquierda, el perro no perdió tiempo en buscar sombra bajo

la silla. Debajo de la mía hojas de árbol y polvo.

 

—¿Me cobra?

Pero alguien ya ha pagado mi café.

Gratis para ti, así que no dirás que no, canté para mis

adentros, y crucé la calle sin preguntarme nada.

No pude dormir. La idea de que mi hermano hubiese

vuelto me aterraba tanto como pensar en aquel perro

aplastado por su dueña. Fui al cuarto de baño varias veces,

me examiné el blanco de los dientes, la fragilidad de la piel

que rodea los ojos, oriné y decidí volver al bar por la

mañana a pagar el café.

 

 

Por poco que mirara alguien tuvo que verla caer. Vació los

bolsillos, se guardó el DNI en el vaquero para que pudieran

identificarla y caminó por la autovía hasta el viaducto. No

llevaba la cazadora puesta. Me imagino que antes de

arrojarse pasaría frío. Me enteré en el portal por dos vecinas.

No quería detalles, pero me los dieron.

 

El frío ha dado frutos en mi vida. Soy sociable a fuerza de

no esperar con temor, a fuerza de sembrar piedras. Ser

sociable

:ducharse cada día, no comer directamente de una lata,

regar las plantas

 

 

Decidí que no me volvería loco. Yo no soy Bukowski, pero

sé mirar paredes. Más vacías que las de este cuarto las

paredes de mi corazón, pensaba esperando que la anestesia

de mi supuesta indiferencia me hiciera dormir hasta

la mañana siguiente. Como si el mundo se acabara ahí,

cuando el amor de tu vida se suicida sin despedirse.

 

 

¿Cómo borrarlo todo?

:si se te cae una gota de aceite al suelo vendrán a beber

peces de gelatina, si pides tinto con gaseosa el mantel se

llenará de peces abisales

Ahora, que por fin he aprendido a comer solo en cualquier

bar, los persigo con el tenedor.

 

—¿Me cobra?

Pero alguien ya ha pagado mi almuerzo.

 

 

Solo, tú contra el mundo, jurarás que nunca estuviste allí.

Tuviste miedo por primera vez. Y no ha sido el día nublado

ni la ducha, ha sido mirando una baldosa como si en ello te

fuera la vida. A veces uno se dejaría morir aplastado por el

sol o por una baldosa

:no es fácil admitir que por un momento lo tuviste todo y

se te escapó entre los dedos

Y piensas

:ojalá todo el tiempo detenido fuera como tú en mis

sueños

 

 

Imagina una casa vacía

:ahí estás tú

Imagina un mundo vacío

:ahí estás tú

Las lagartijas pasean por la terraza, las detiene un charco

de lluvia, las lagartijas se convierten en hojas secas, pero

no cierres los ojos, no huyas de esta realidad, piensa en

algo simple, por ejemplo

:hoy se me rompió un vaso y no maldije a nadie

:hoy recordé que no me queda nada y he seguido do-

blando los paños de cocina

:hoy supe que soy un animal adulto sin hambre que mira

a un cachorro, así miro a los transeúntes desde la ventana

Di, ¿qué es lo que más deseas?

:deseo ser tan normal como un gato, deseo ser tan excén-

trico como un gato

 

 

A la vuelta de cada contenedor de basura hay una tragedia.

La mujer del perro cuenta a gritos que acaba de cumplir

ocho años, que ya es viejo, que en los perros la edad hay

que multiplicarla por seis. Después dice que los gatos de

su vecina no han muerto de hambre de puro milagro, que

estuvieron ocho días encerrados en la casa porque a su ve-

cina le dio un coma y tuvieron que ingresarla. El perro de

cuarenta y ocho años levanta la pata y moja el lateral del

contenedor, intenta olerse el rabo y escarba con las patas

traseras sobre la acera también mojada.

 

 

Llueve, entro en casa, me quito los zapatos. Pongo una taza

con vino tinto, agua, azúcar, clavo y canela. Lo caliento,

mantengo la taza un momento entre las manos y bebo con

los ojos cerrados

:me pregunto cómo estarás, donde estés, si es que estás,

si tendrás vino y canela y lluvia

Ahuyento el miedo descorriendo las cortinas para que

entre luz, calor, piedad. Encuentro vacío el hueco donde

anidó el dolor

:mientras espero el infierno crece

:entrega dolor misterio sombras hastío mediodía pode-

roso maligno sublime huérfano callado inútil sucio temor

fiebre desmayo camino paraíso sortilegio barbitúrico esla-

bón paz martirio lucha defensa

:miedo miedo miedo

 

 

Desde que no está me ha quedado un hueco entre las

manos. Yo no la tocaba pero me ha quedado un hueco

entre las manos

:el universo del ningún límite como suma de historias y

piensas que el universo tiene que ser infinitamente viejo

 

 

Alguien muere y nada que hacer. El dolor y la ventana

abierta es lo único que tienes. La lluvia sobre los charcos

de lluvia es lo único que tienes. Un libro que abres por

abrir e inmediatamente deseas quemar es lo único que

tienes

:«parecen hoy las cosas / más irreales, como / formas de

otro planeta / que vive sin nosotros»

 

 

Contemplar el paisaje significa

:quiero que un milagro ordene mi vida mientras todo lo

demás permanece

La lluvia ha vuelto a empapar mi ropa y nada ha cam-

biado. He subido hasta la carretera de los montes. Al fondo

el mar y, a contraluz, la autovía sobre el viaducto. Vehícu-

los que circulan a cámara lenta. Parecen de juguete.

Por poco que mirara alguien tuvo que verla caer. Desde la

primera curva su cuerpo en aceleración 9,8 m/s2. Desde la

segunda, su cuerpo a cámara lenta. Desde la tercera curva

un punto más en el paisaje.

 

 

¿Quieres saber lo que hago sin ti?

:hoy le he mirado los pechos a la mujer que desayunaba

a mi lado, pechos de mujer creyente, pensé, después unos

perros me han ladrado sin ganas, en el ascensor he pen-

sado en aquel poema de Gallero que se titula «El misterio

de las equivocaciones», he pensado en el miedo, en lo poco

que dura la fuerza, la seguridad, he pensado en el vértigo

 

 

Hablar no cura. Querría poder contar

:la noche en que la cama se llenó de carcoma yo había

estado leyendo poemas de Odiseas Elitis, tú llegaste con

las uñas sin pintar, olías a óxido y traías en los ojos el brillo

de los desahuciados, te tumbaste a mi lado sin decir nada,

así recordé que no querías más

:¿más de qué?

Más de nada. Ni de las estaciones, ni de los sueños, ni de

mí.

Sospeché

:ganas irrefrenables de ir a la cocina para poner en orden

los armarios

No pretendía ir más lejos. Me agarraste el brazo como

queriendo decir

:no me dejes

:nunca

Y el miedo

:no soy un hombre, pensé, como quien sabe del veneno

de los hombres, hombres comunes, hombres que no

saben dónde ni por qué pero siguen al pie de la letra las

instrucciones

:esta casa nos niega la perspectiva, el verdadero valor, la

distancia

:el futuro es un avión plateado ensordeciendo habitantes

de otra ciudad, mucho más grises, mucho más gris, por

eso no hay que desear el sol en ciudades de cera

Tampoco

:nos iremos de aquí ahora mismo

Me pregunto si te habría salvado con esa frase.

 

 

Los sueños no se cumplen todos los días, dijiste

:deja de soñar, no hemos venido para esto, cállate y

escucha

Maldita la hora y malditos los sueños

:córtate las venas y no te esmeres demasiado

 

 

Sé que prefiero el otoño y que cuando bebo te busco. Sé

que no quiero perdurar. Semáforo cerrado y el contraluz

de figuras en casas con la tele encendida. Y esa mañana,

enseñándole a aparcar a una chica de tu edad, por primera

vez en mucho tiempo, pensé que no estaba tan mal que es-

tuvieses muerta.

 

 

Plaza, cuatro naranjos sin naranjas, un farol sin bombilla.

Noche, sé que está lloviendo porque las gotas en la oscuri-

dad son diminutas estrellas que tiemblan, no porque vea

la lluvia. De igual modo decidí que me amaba no porque la

hubiera visto amarme sino porque la había visto temblar.

Nos faltó un viaje

:el viaje nos aleja, tú te vuelves callado, casi soñador, y yo

no sé si sueñas un árbol con sombra, camas individuales o

una tarde de tormenta

Como si la estuviera oyendo.

No eres tú, pero te estoy oyendo.

Yo me habría encerrado en el cuarto de baño del hotel a

comerme una manzana

:el fuego huele

:el fuego acompaña

Y así.

Y habrías encendido la tele

:en Bombay hay que vestir de blanco para no morir de

calor, el monzón llena las calles de paraguas negros y pies

descalzos que festejan la lluvia con nuevas plegarias para

que pare

:escurre verduras, pechos falsos, sartenes antiadheren-

tes, destornilladores

:¿a qué cosas no renunciarías jamás en la vida?

Y habríamos dormido el resto de la noche en lugar de

besarnos.

 

 

Tanto contenerme para nada. No pude salvarte, no supe

salvarte.

 

 

Anatole France dijo que la novela es el opio de los occi-

dentales porque nos hace soñar. Yo no soñaba, yo dormía

sobre arenas movedizas

:así no vamos a ningún sitio

 

 

Creo que me he enjabonado tres veces la cabeza porque

no sabía cuántas veces me la había enjabonado. No tengo

nada que reprocharte. Hiciste lo que tenías que hacer

:corazón muerto ayer, stop, tengo miedo, stop

 

 

En el semáforo una chica muy parecida a ti. Pelo oscuro,

delgada y pálida. Sin maquillaje, pelo liso, pantalón negro.

No necesita más. Desear ser otra persona es triste. Llegar a

creer que algún día se pueda llegar a ser algo que uno no es

es aún más triste. Ser bella sin adornos, solo con un panta-

lón negro y el pelo liso

:cierra los ojos

 

 

El collar estaba en un cajón de la cocina. Un collar de cuen-

tas negras de madera. Quizá lo dejaste a propósito, quizá

lo dejaste para mí. No he contado cuántas cuentas tiene.

 

 

He pensado que quizá el número de cuentas me daría una

pista

:¿de qué?

No sé de qué, no sé nada.

Es posible que me esté volviendo loco.

Al ponerme el collar he recordado aquella historia de la

camiseta verde y el chico que murió. Entre los detalles que

me dieron las vecinas, uno:

Dejó una camiseta en un sobre con una nota que decía:

No te preocupes, la he lavado.

Nadie entendió nada, nadie recordó tu cuento de la

camiseta con la raya blanca sobre el pecho, nadie me dio

ese sobre. Si es que el sobre con la camiseta era para mí.

 

 

La culpa es mía. Del mismo modo que copio compulsiva-

mente una y otra y otra vez la lista de la compra, anoto

mentalmente conversaciones. Con mi padre, contigo. Lo

que dije, lo que debería haber dicho, lo que no fui capaz

de decir. Las ordeno aquí dentro esperando encontrar

la buena, la que me salve, la escena que termine con un

final feliz. Pero las despedidas y la muerte no tienen nada

que ver con el orden. Imaginarte cayendo por el viaducto

no tiene nada de ordenado. Reconstruir conversaciones

tampoco. Inventar que quedaba con la mujermurmullo del

hospital tampoco. Ya lo dijo Coupland: «A lo largo de los

años había imaginado tantas conversaciones, despierto

o en sueños, que una auténtica conversación o bien seria

decepcionante o simplemente igual que otro sueño, nin-

guna de las dos perspectivas resultaba atractiva».

O mejor no inventar. Dejarme encontrar, ir al encuentro.

Salir cada día a la calle como se sale de un baño turco

:si me vieras cruzar la calle pensarías que necesito un

corte de pelo, aquí estoy de todos modos, vamos a hablar

 

 

Si fueras Rick Witter te diría

:por tu culpa llevo este collar desde que te fuiste y esto es

todo lo que he aprendido

:uno, cuando el sol me da en la cara a la hora de la siesta

soy capaz de creer cualquier cosa

:dos, del amor nunca se sale del todo vivo

:tres, el viaje es el fin no el medio

:cuatro, aprender un idioma es como intentar imitar el

sonido de los pájaros

:cinco, la gente que se aburre es peligrosa

:seis, no sé vivir sin sentirme culpable

:siete, todo cansa

:ocho, a estas alturas la soledad es lo menos malo que

puede pasarme

:nueve, mis héroes envejecen

:y diez, ya no siento la prisa ni el dolor de la prisa

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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