isabel bono
una casa en Bleturge
instantáneas
El tren de cercanías para en Aeropuerto. Un hombre con
cazadora roja entra al vagón hablando animadamente con
un chico que lo mira con cara de escepticismo. Un padre y
un hijo poco entusiasta, podría pensarse. O un padre entu-
siasta y un hijo cansado de sus exageraciones. El hombre
se remanga la cazadora roja y señala con los brazos en alto
la puesta de sol. El sol bajando y un avión subiendo. Qué
hermosa instantánea, dice. El chico se atusa la punta de la
cresta y las patillas, se retuerce el pirsin de la ceja. Suena
un móvil. El hombre se lleva la mano al pecho como si hu-
biera sufrido un infarto. Entorna los ojos, suspira. El chico
mira la puesta de sol sin ganas.
El hombre habla, dice que está en el tren y que aún le
quedan cuatro paradas para llegar. Cuando guarda el
móvil deja la mano unos segundos sobre el pecho. El chico
lo mira y el hombre sonríe levantando las cejas. ¿No te
aburre escuchar a un viejo?, le dice. El chico niega con la
cabeza. ¿En cuál te bajas tú? En la próxima.
Un hombre negro les pasa una nota de papel entre los
dos asientos. El hombre la toma con cara de sorpresa,
la levanta teatralmente. Torremolinos, lee en alto y se
vuelve. ¿Tú hablar español?, yo avisar de tu parada, ¿tú
anderstannii?
En Torremolinos, a pasarlo bien, dice al chico. El hombre
negro lleva un mono blanco muy sucio con las mangas
atadas a la cintura y una nevera azul de plástico.
El chico se levanta. Ha sido un placer conocerte, le dice
el hombre de la cazadora roja. Cuatro niñas de quince años
ocupan los tres asientos que acaban de quedar vacíos. Se
ríen, hablan a gritos, airean sus melenas recién plancha-
das, se hacen fotos con el móvil.
Lo normal, pensaría cualquier observador, sería que
el hombre expansivo de la cazadora roja se ofreciera a
fotografiarlas, pero no, se vuelve hacia el hombre negro
y ve que está dormido. Duerme, duerme, que yo te aviso,
masculla como lo haría una madre. Las chicas ríen a car-
cajadas. Llevan las faldas muy cortas, se sientan con las
piernas abiertas quizá por la falta de experiencia. Solo les
importa su pelo.
Isabel Bono
Siruela
Nuevos Tiempos
2017
Premio de Novela
Café Gijón 2016
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