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28 de septiembre de 1993

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Inclino la cabeza para que nadie sepa que ya no soy hu-

mana.

Debemos pasar inadvertidos.

Todos los enfermeros provenimos de una raza de autómatas.

Afuera, llueve sobre la clínica.

Un polvo pegajoso, negro y denso, cubre los

coches y los impermeables.

Dentro, cada gramo de antibiótico es aplicado con indi-

ferencia.

Un buscador de oro recorre la zona de los mortuorios.

Los científicos vacían a los animales.

Ya no conozco a nadie que pueda ser humano.

¡Hay tanta muerte y tanto olor a muerte!

Esta mañana han enterrado a un mono y a un hombre…

Aquí sólo existe la lluvia negra de la muerte en los pa-

sillos.

Isla Correyero

Diario de una enfermera, 1996

en [abelmartin.com]

Archivo de la poesía española reciente

isla_correyero

 


 

 

 

 

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