*(Las lágrimas matan el corazón, creelo
Oh, no te esfuerces en ser excelente en el infortunio
Pues sólo engendra el derrumbe de tu belleza.)
james joyce
cartas de amor a nora barnacle
1° de noviembre de 1909
44 Fontenoy Street, Dublín
Querida y pequeña Butterfly, recibí esta tarde tu carta y me alegra que te guste esa fotografía
de tu indigno amante en traje de ceremonia. Espero que hayas recibido bien los guantes que te
obsequio. Te los envié tal como hice con mi primer regalo hace cinco años, comprados en Ship.
El par más bonito es el de piel de reno: están forrados de su propia piel, sencillamente vueltos
del revés, y deben ser calientes, casi tanto como ciertas partes de tu cuerpo, Butterfly.
Te envié doce yardas (no once como te había dicho) de tweed de Donegal. Quisiera que la chaqueta
de tu traje llegara casi hasta el ruedo de la falda, que tuviera cuello y cinturón, con los puños de
cuero azul oscuro, y forrada de raso de color bronce o azul oscuro. Si este asunto va bien y con-
tinúo más allá del 5 de noviembre y recibo dinero fresco, espero mandarte un maravilloso juego de
pieles que estoy eligiendo especialmente.
Son de ardilla gris. Consistirá en un gorro con violetas en uno de los lados, una estola larga y ancha
y un manguito beige de la misma piel con cadena de acero, todo forrado con raso violeta.
¿Te gustaría eso, querida? Espero ser capaz de conseguirlos para ti. También estoy terminando
un regalo especial de Navidad. He comprado hojas de pergamino cortadas de un modo especial,
y estoy copiando en ellas con tinta india indeleble todo mi libro de poemas.
Luego las encuadernaré de una manera curiosa que a mí me gusta y este libro durará cientos de
años. Quemaré todos los otros manuscritos de mis poesías de manera que tú tengas la única copia
existente. Es muy difícil escribir sobre pergamino, pero lo hago esperando que le agrade a la mujer
que amo.
Son las dos de la madrugada. He estado solo, aquí en la cocina, copiando desde que todos se fueron
a la cama, y ahora te estoy escribiendo. Desearía levantar la mirada y encontrar esos malvados ojos
tuyos. Intentaré ser digno de la confianza que han puesto en mí. No te apures, pequeña Butterfly.
Aquí van unos versos escritos hace cuatrocientos años por un poeta amigo de Shakespeare:
Tears kill the heart, believe.
O strive not to be excellent in woe
Which only breeds your beauty’s overthrow.*
Eres una persona triste, y como yo mismo soy un tipo sumamente melancólico, presumo que el
nuestro es un amor más bien sombrío. No llores por el joven pesado de la fotografía. No lo
merece, querida. Eres muy buena por preguntarme acerca de este maldito y feo asunto mío.
De cualquier modo está mejor. Al principio me alarmó tu silencio. Temí que estuvieras mal. Pero
estás bien, ¿verdad, querida?
¡Gracias a Dios! ¡Pobre Nora, qué mal me porto contigo!
No te preocupes por Eva, pero ve que Stanni se ocupe de sí mismo. Espero que esté mejor.
¡Addio, Giorgino e Lucetta! ¡Vengo subito! ¡Y addio, Nora Mía!
Nora mía!
JIM
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