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Y por ejemplo tomo este momento,
cuando acurrucando mi edad junto a la mesa,
las moscas entran por la ventana
para girar aquí con una finalidad estricta;
cuando hasta mis zapatos tienen
más sentido de la existencia que yo.
Cuando la tarde, la costumbre de la humedad,
se instalan con su olor fracasado;
cuando esta confusión espiritual
de poder elegir entre afeitarme o ahorcarme
me llena de estupor el cerebro.
Envenenado a solas con los dientes rotos,
sin belleza por fuera ni por dentro,
cuando la frustración se nota hasta en mis uñas;
un individuo seco, tabacoso y argentino,
procurando instalar una fe
en algún retroceso de su batalla mental.
Pero me pagarán todo esto, lo juro,
dondequiera que me encuentre,
adelante o detrás de mis razones,
dentro o fuera del ataúd.
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