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John Ashbery
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Traducido por Esteban Pujals
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[/ezcol_1third] [ezcol_2third_end]Vaucanson
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Mientras escribía, nevaba.
Se sintió sosegado y singular en la habitación gris.
pero, claro, nunca nadie se fía de estos humores.
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Aquello tenía que tener entendimiento.
Pero, ¿por qué? De todos modos, sucede siempre,
y ¿quién se apunta el tanto? Seguramente
no aquello que se comprende,
y nos empequeñece saberlo
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como saben los árboles de la tormenta
hasta que pasa y vuelve la luz a caer
desigualmente sobre toda la susurrante parentela:
las cosas con las cosas, las personas con los objetos,
las ideas con las personas o con las ideas.
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Duele esta voluntad de proporcionarle a la vida
dimensiones, cuando la vida consiste precisamente en esas
dimensiones.
Somos criaturas, así que caminamos y hablamos
y la gente se nos acerca, o nos escucha
y luego se va.
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La música llena los espacios
en los que se estiran las figuras hacia los bordes,
y puede solamente decir algo.
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Los tendones se relajan entonces,
la conciencia empieza a albergar buenos pensamientos.
Ah, tiene que ser bueno este sol:
calienta de nuevo,
hace el número, completa su trilogía.
La vida debe de estar ahí detrás. La escondiste
para que nadie la encontrase
y ahora no recuerdas dónde.
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Pero si volviera uno a inventarse la infancia
sería casi como volverse una reliquia viva
para librar a esta cosa, librarla del rubor
por el procedimiento de bajar el telón,
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y durante unos segundos nadie se daría cuenta.
El final parecería perfecto.
Nada de consternación,
ni sueño trágico alguno del que despertarse sobresaltado
con un ataque de culpa apasionada, sólo la cálida luz del sol
que se desliza con facilidad por los hombros
hasta el corazón blando, derretido.
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Vaucanson
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It was snowing as he wrote.
In the gray room he felt relaxed and singular,
But no one, of course, ever trusts these moods.
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There had to be understanding to it.
Why, though? That always happens anyway,
And who gets the credit for it? Not what is understood,
Presumably, and it diminishes us
In our getting to know it.
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As trees come to know a storm
Until it passes and light falls anew
Unevenly, on all the muttering kinship:
Things with things, persons with objects,
Ideas with people or ideas.
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It hurts, this wanting to give a dimension
To life when life is precisely that dimension.
We are creatures, therefore we walk and talk
And people come up to us, or listen
And then move away.
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Music fills the spaces
Where figures are pulled to the edges,
And it can only say something.
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Sinews are loosened then,
The mind begins to think good thoughts.
Ah, this sun must be good:
Doing a number, completing its trilogy.
Life must be back there. You hid it
So no one could find it
And now you can’t remember where.
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But if one were to invent being a child again
It might just come close enough to being a living relic
To save this thing, save it from embarrassment
By ringing down the curtain,
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And for a few seconds no one would notice.
The ending would seem perfect.
No feelings to dismay,
No tragic sleep to wake from in a fit
Of passionate guilt, only the warm sunlight
That slides easily down shoulders
To the soft, melting heart.
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Una experiencia que parece frecuente entre los lectores de ashbery y que se ha ido acentuando con su maduración poética -nació en 1927- puede resumirse
en esta opinión, por ejemplo: ‘Lo que me ocurre al leer la poesía de John Ashbery lo creí hasta ahora fruto de mi ineptitud o mi falta absoluta de atención.
A pesar de que me gustan sus poemas, de que de forma intermitente me atraen y encuentro algo merecedor de ser rescatado en ellos, apenas si logro leer alguno
de un tirón.
Quizá se deba a que su monólogo interior choca con mi monólogo interior y se rompe el débil sentido tejido en torno a la lectura. Hace poco, leyendo una entrevista,
comprendí que el distanciamiento y las inevitables interrupciones son tanto mías como suyas: “Mi obra se sostiene sobre una improvisación interminable”,
ha reconocido Ashbery. Una improvisación puramente estética, lenta, morosa, como desgastada. En un verso de Galeones de abril habla del “constante hormigueo
que terminamos identificando con la vida“. Así se termina uno identificando con su poesía.
En fin, quizá compense leerlo. O no.
narcisodaa