jorge boccanera y la poesía de la imposibilidad

 

 

francisco rodríguez

 

comunicación
enero-junio, año/vol. 11, número 003
instituto tecnológico de costa rica cartago, costa rica

 

 

Fundamentado en planteamientos de Julia Kristeva y Jacques Derrida,
el presente artículo examina la poética que el argentino Jorge Boccanera
realiza en dos de sus poemarios:

 

 

Polvo para morder (1986)
y Sordomuda (1991)

 

en los cuales la preocupación por la palabra y la escritura es centro
de indagación sobre un «ars poética».

Se indica que el autor realiza una transimbolización de la lírica tradicional
al plantear su concepción de poesía como imposibilidad.

 

INTRODUCCIÓN

 

Sordomuda (1991) de Jorge Boccanera,
se propone una exploración específica del fenómeno de la producción
textual. Publicado en Costa Rica en 1991, sintetiza las indagaciones sobre poética del autor.

Nuestra tesis propone que su poesía aparece atravesada por un código
de la imposibilidad que transluce las dificultades de intentar asir vivencialmente el fenómeno poético.
Escribir es un acto de incertidumbre ante la ignorancia del fenómeno poético,
el cual se entiende como misterio viviente con el que convive el escritor.

 

Aventuras

 

 

Sordomuda,

vivimos maniatados espalda con espalda

y alguien rasga la tienda donde estás prisionera:

lengüita azul no vayas a llorar

afuera los caballos resoplan intranquilos

y hay varios centinelas para una sola piedra.

 

Remo de mi canoa, mensajera, tu lengua brilla

junto al fuego cuando estamos espalda con espalda.

No vayas a hacer ruido,

Hay jirones de tedio en los arbustos,

cantimploras vacías.

 

Loca de amordazada, emperrada, cautiva,

hay clavos oxidados en tu lengua, hay soldados de plomo.

Los he visto acampar y procurarse leña,

he visto sus cabezas rapadas, sus uniformes sucios.

 

Cada noche soñamos que un caballo de vidrio

muerde las ataduras,

pero amanece y vamos espalda con espalda.

 

 

ESCRITURA E IMPOSIBILIDAD

 

La preocupación de Boccanera se inicia en el poemario Polvo para morder

 

En el poema I

aparece un epígrafe del crítica francés Alain Sicard, en el que se apunta
la idea de que la poesía no es elevación ni lujo, sino miseria y polvo.

la poesía es la pérdida, con lo cual se asocia el ejercicio de la escritura
con el fenómeno de morder el polvo:

 

«A veces la palabra como una copa rota donde morder el polvo
y otras veces un agua
de alumbrar asomada a los cielos
la palabra es un tambor de polvo deshecho al primer golpe
remando en el infierno»

 

 

Lo que el poeta encuentra es mutilación, no puede asir las palabras,
ellas son escombros, basura:

 

“¿y las palabras? como arrumbadas ellas como escombros como montón o nada qué decir como basura humeando. «

 

a la hora de escribir, a la hora de escoger las palabras, es una angustia ante las posibilidades de selección, se le escapan los términos para las ideas que desea expresar. Lo plantea el fragmento el poema V de Polvo para morder: la búsqueda angustiosa del poeta por encontrar las palabras justas, labor que implica arriesgarse a no encontrar lo que se busca, arriesgarse a perder.

es una problematización consciente en Boccanera,

nunca logrará llegar a la esencia de la poesía (no existe una «esencia de la literatura»)

 

«finalmente palabra he de morder el polvo para que tú puedas mover las alas para que yo respire de tu aire. Sin conocer el aire que respiro”

 

Es en Sordomuda, donde se desarrolla profusamente el tema de la generación poética a través del código de la imposibilidad; la poesía es una imposibilidad que se materializa mediante la creación de un personaje, una sordomuda que ronda el proceso de producción poética.

 

En el poema «Aventuras» la Sordomuda está cautiva, aprisionada por clavos oxidados. Es la idea de la dificultad del trabajo del poeta, quien busca la esencia poética sin poder hallada:

 

 

«Loca de amordazada, emperrada, cautiva,
hay clavos oxidados en tu lengua, hay soldados
de plomo»

 

El poeta que cuando era niño ansiaba escribir poesía es el motivo del poema «Infancia».

 

Mientras la Sordomuda llega a una casa, un niño mira por la ventana deseando ser tomado en cuenta por ella:

 

 

«Nosotros espiábamos por la ventanita,
temerosos
y arracimados.
Todos queríamos que ella nos nombrara.»

 

 

Jorge Boccanera concibe el fenómeno poético como una práctica distanciada de la concepción de literatura como verdad, inspiración o bondad. Para él la poesía es un trabajo con el lenguaje pleno de misterio y ambigüedad.

La poesía es un drama del cual el autor sólo conoce su iniciativa, es ir a una cita sin saber adónde es, y con la desesperación dentro de sí, para que la poesía pase de largo sin concederle al escritor la posibilidad de conceptualizarla, de asida, es, por tanto, una imposibilidad:

 

 

«-Escribir es, de alguna manera, ir a una cita.
-¿Con quién? ¿En qué lugar? ¿A qué hora?
-La misma expectativa, el sudor en las manos, la mente en blanco, la página igual (…) – ¿Y ella?
-Pasa ligero, dice «no lo conozco».

 

 

En «El rock de la cárcel», la imposibilidad se traduce en la imagen de un autor que vive en un piso abajo del de la Sordomuda. Cuando él intenta escribir ella lo interrumpe poniendo la radio a todo volumen y bailando. Esta situación genera angustia en el autor, quien por momentos desea abandonar sus intentos de escribir y prenderle fuego a la Sordomuda.

 

 

El rock de la cárcel

 

Ella pone la radio a todo volumen cuando intento escribir

cuando quiero dormir,

ella baila en el piso de arriba.

Baja las escaleras con fuerte zapateo,

sus hijos lloran,

sus perros ladran.

Todo el santo día hay personas que tocan a mi puerta

y por toda disculpa dicen: me equivoqué de puerta.

Ahora sube las escaleras corriendo, da un portazo

en su cuarto y discute a los gritos.

Sus hijos ladran,

sus perros lloran.

Con ella el vecindario es mucho más que una riña

de gallos en el techo,

mucho peor que una explosión adentro de la almohada.

Un día respiré profundo, subí las escaleras,

-me atendió un hombre que estaba agonizando

dije tímidamente: me equivoqué de puerta,

mis hijos lloran,

mis perros ladran.

Ella tiene la radio a todo volumen cuando intento escribir

cuando quiero dormir,

ella baila en el piso de arriba.

Hace años que mi único deseo es cruzarme

con ella en la escalera,

y decirle a la cara ¡rne voy!

y rociarla con nafta,

y apagar mi cigarro en su vestido rojo.

 

 

 

Sin embargo, el poeta logra escribir cuando la Sordomuda se desnuda ante él, cuando ella le saca la lengua que asemeja la punta de un iceberg. Es decir, si el escritor logra concluir un trabajo sólo ha podido asir un fragmento ínfimo del fenómeno poético. Así lo expresa el último poema de Sordomuda, «Burlesque»:

 

 

BURLESQUE

Ella hace un strip-tease para mí solo.
Ella hace un strip-tease para mí.
Ella hace un strip-tease.

Ella
saca la lengua,
que es la punta de un iceberg.

 

 

También el poeta aparece en varios poemas de Sordomuda como un sirviente de la poesía, por ejemplo, en el texto «Telenovela”:

 

Sordomuda

yo cargo las valijas, yo compro los boletos,

y soy tu catador, el señor de las flores,

tu pareja de baile en el salón Colonia de México D.F.

Yo soy tu lazarillo y te compro historietas y soy

tu guitarrista, el chofer de tu almohada,

a veces el jinete, a veces el caballo.

Mudita de mi alma yo te elijo perfumes y te

exhibo como el Príncipe Orsini al luchador

Jacob, «La Bestia», en un cine mugriento.

Y soy el del retrato, tu instructor, tu pupilo, el

cara de payaso, un pasajero en tu sudor

apenas, Sordomuda, el que reza en tu

cuerpo.

 

 

Para Boccanera la poesía es un personaje ficcional creado por el mismo poeta, es decir no es un ser distinto al escritor, es una invención suya; el poeta es sirviente de sí mismo, de su propia creación.

Esa servidumbre no logra superar la imposibilidad, por el contrario, es parte de ella. No importan los esfuerzos del escritor, siempre es una sombra en busca de la esencia de las palabras, aunque sabe que tal esencialidad es una utopía:

 

«El poeta es apenas una sombra que corre por el
fondo, raspa el hueso del habla, busca una
orilla en otro cuerpo, un pasadizo.»

 

 

Sordomuda es un camino oscuro: el autor eligió un personaje multívoco, que aparece y se transmuta, vuelve a aparecer y se marcha.

Es una mezcla de imágenes. En un momento está la Sordomuda en México (poema «Telenovela»), en otro hace «strep-tease» («Burlesque»), en otro desaparece («Paciencia»),

 

 

 

PACIENCIA

 

 

Sordomuda,
en tu lengua vacía flota Janitzio, la sila,
pasa Dino Campana vestido de bombero,
arden las casa de Chiloé con sus escamas de madera,
no dejan de girar los voladores de Papantla,
y el trío Matamoros canta «Lágrimas negras».

¿Y qué esperaba yo, mirándote la lengua treinta y
tantos abriles?
¿Un tifón? ¿Una chispa, trébol de cuatro llaves?
¿Un vendedor de biblias?
¿»Una juventud amable, heroica, fabulosa, digna de ser
escrita en letras de oro»?

Sordomuda,
estoy sentado en el lugar de siempre y en tu lengua
vacía escucho pasos.

 

 

En la poética del autor es relevante la imagen visual, por eso sus personajes siempre tienen escenarios donde desenvolverse.

Sordomuda se desarrolla en las urbes latinoamericanas. Por ejemplo, en el poema «Postal», el personaje está en medio de una gran avenida
de una ciudad que se asemeja a una inmensa cárcel, y escupe fuego.

 

 

TRANSIMBOLIZACIÓN: LA DESACRALIZAClÓN DE LA LÍRICA TRADICIONAL.

 

Para Julia Kristeva, el símbolo es una categoría absoluta que plantea estructuras semánticas de valor universal.

Una práctica semiótica cosmogónica: sus elementos (los símbolos) remiten a una (de las) trascendencia (s) universal (es), irrepresentable(s) e incognoscible (s).»

Boccanera transgrede tal definición desacralizándola, al textualizar un personaje-poesía que no tiene ninguna verdad absoluta que transmitir.

Tan sólo la certeza de que su búsqueda es un balbuceo en la plurivalencia del lenguaje.

La poesía no es ya la musa divina, sino la conciencia de la imposibilidad.

Se manifiesta, entonces, un proceso de transimbolización.

El contenido semántico universal que caracteriza al símbolo pierde tal vastedad y pasa a ser la conciencia de la imposibilidad de llegar a una definición «total»

 

LOS LÍMITES DE LA TRANSGRESIÓN

 

Jacques Derrida ha planteado el desplazamiento de la noción de centro: «Se ha tenido que empezar a pensar que no había centro, que el centro no podía pensarse en la forma de un ente-presente, que el centro no tenía lugar natural, que no era un lugar fijo sino una función, una especie de no-lugar en el que se representaban sustituciones de signos hasta el infinito.

Si no existe un centro del lenguaje, como tampoco de la poética, queda la certeza del ejercicio literario como práctica del lenguaje que construye sus propios referentes y sus propias concepciones.

 

 

 

 

 

 

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