todo por la usura

El hombre de la barba enmarañada

en su pequeña celda con ventano y barrotes

mas sin puerta en el marco gozó del privilegio

de usar mesa camastro y cuatro sillas

y poder escribir —¡per carita!— durante doce años

cociéndose en su jugo como un pato salvaje

por cuenta del Gobierno Federal. Envuelta en bruma

quedaba su irrupción en tertulias de Londres

a principios de siglo; y siempre sin un dólar

pero más dadivoso que Rockefeller. ¡Dios: era

un cow-boy a caballo en una joyería!

Rey cuáquero y agnóstico que confundió sus días

de gloria en Inglaterra en Francia y en Italia

como maestro de la poesía con las sucias

semanas bajo el sol y la lluvia encarcelado

en la que él bautizó «la jaula del gorila»

hasta ser repatriado y juzgado y recluido

en Saint Elisabeth: una casa de locos.

Y todo por la usura. Fueron muchos

los que le visitaban pero también muchísimos

aullaron protestando por el premio a sus Cantos.

La libertad después de mucho tiempo: desde Whitman

a hoy sólo tú —«il miglior fabbro»— y luego Eliot.

El final poco importa: vuelta a Europa

pero ni Sant’Ambrogio ni Brünnenburg

ni Venecia y la góndola de tu último viaje

borrarán la vergüenza de Saint Elisabeth.

EL REY MENDIGO

José Agustín Goytisolo

Editorial Lumen, S. A.

Primera edición: 1988

Barcelona


 

 

 

 

 

 

 

 

 

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