metamorfosis

En el arrivederci de las metamorfosis hay un good bye

de charol y un fakir con bigotes de cobre bajo el fuelle

de los acordeonistas.

Hay tigres en los cerezos y un adiós con tres llaves

en el confesionario de los buenos días.

En cada reloj de bolsillo hay un diluvio de gotas.

Hay esquimales llorando en los abanicos y viejas corbatas

al sol sobre frías mesillas de noche. En el desván del para

siempre hay moribundos arcones de palo donde viajan

las muletas del boomerang. En el cenicero de los enamorados

hay un viajante de imanes doblándole las solapas a la camisa

enfadada.

Por el prado de las mandrágoras, por el paisaje de alcohol y

la joven ceniza de cabellos desnudos.

En las ventanas de los amantes está el puñado de arena que

oyen los obeliscos.Y hay un revólver de escarcha bajo la estola

de armiño y una bandada de copas por el cementerio de las

burbujas.

Hay minas de sal en las manos de las fotografías y columnas

de oro chapado donde los camaleones desabrochan las uñas.

En el velador de la sola certeza, en la nieve decapitada por los

guantes del telegrafista.

Hay una canoa de párpados, hay un hasta luego de flores, hay una

estantería de labios pintados por el amanecer de las calles vacías.

Juan Carlos Mestre 

La casa roja


 

 

 

 

 

 

 

 

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