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julieta valero
altar de los días parados
desplazados,
caravana
Si en la tristeza todo se vuelve alma
entonces los bosques están llenos de harapos
aún calientes
y sufren las carreteras de una lava silenciosa
que hiede para seguir viviendo,
que tropieza con el hambre, con las piedras,
con sorpresas homicidas.
Una ausencia que se extiende como agua despreciada.
(Dicen que allí sólo quedan los perros.
Yo espero que los perros apenas reflexionen
y como último placer emprendan el suicidio.)
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Si donde hay dolor hay un suelo sagrado,
al continente le está pesando su matriz
como un recuerdo de hierba malvendida.
Si en la tristeza todo se vuelve alma
y donde hay dolor hay un suelo sagrado,
no queda carne,
todo son heladas iglesias, altares sin hombres.
Noticieros, destrucción.
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