Testarudo por entre el dolor
me abrí paso en el tiempo
inmóvil, vacío
con un cepo en las ganas.
Como si la afrenta fuese, seguir existiendo
Testarudo por entre el dolor
me abrí paso en el tiempo
inmóvil, vacío
con un cepo en las ganas.
Como si la afrenta fuese, seguir existiendo
Eso no es lo que quería decir en absoluto;
no es así, para nada.
Salgamos, pues, tú y yo,
cuando la tarde se despliegue sobre la bóveda celeste
como un paciente anestesiado encima de una camilla;
vayamos, por esas acordadas calles medio desiertas,
De hecho, un día, todos, vamos a morir, ¡qué circo!
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