Se trata de un breve excurso que procede del pensamiento filosófico, con lo que tal procedencia
tiene de problemático para su aceptación.
Sin embargo, el rango y el lugar propuestos por la filosofía para la poesía no parecen inapropiados,
sobre todo si se acepta que la poesía no proporciona un absoluto que se pueda alcanzar de manera
estable o definitiva.
Esto es, si se considera que los límites que se establecen para la poesía no disminuyen su alcance
ni su valor, sino que más bien esclarecen lo que se puede pedir al arte de la poesía, pueden tomarse
como indicaciones favorables. Conviene recordar que la propia filosofía descarta con claridad, para
sí misma, el alcance de un saber absoluto o total.
Con todo, las referencias a diversos aspectos de la poesía que se hacen en este excurso son,
ciertamente, opinables.
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la poesía
modalidades humanas de saber teórico y práctico
La poesía es una forma depurada del hacer histórico que ofrece rasgos irreductibles a la filosofía, pero tampoco es asimilable a las formas de saber operativo [entre ellas: la magia, el mito, la ética, la técnica… ]. Aunque lo característico de la poesía es la intención creativa, tal intención no tiene un sentido fáctico terminal, sino que está al servicio de una comunicación lo más íntima posible con el fondo último de lo real. El artista se pone en marcha hacia la creación de su obra por una conmoción interior que le hace adivinar previamente su término. Pero lo que ese momento conmocionante pone en marcha de la actividad poética la dirige directamente a la búsqueda de una expresión, que es, estrictamente, el problema al que está ligado de modo propio el acceso al término, es decir, lo que arrebata, propiamente hablando, es aquello que se pretende expresar en la obra.
El salir fuera de sí mismo es la búsqueda de una armonía entre el hombre y la realidad. La expresión artística es operativa, precisamente, porque la armonía con el universo se posee en una forma solamente germinal, que busca hacerse patente en una obra. Paralelamente, el esfuerzo por manifestar operativamente la armonía entre el interior humano y lo real es muy rebelde a la regularidad técnica, por ello, el método en estética degenera fácilmente en una adscripción a recetas, que se opone directamente a la esencia del arte. No es preciso insistir en el asunto: la poesía es siempre una rica actitud inicial pero con un despliegue precario, ya que en el símbolo, el impulso interior se plasma pero, a la vez, se debilita. Por otra parte, el intento poético es inalcanzable de modo definitivo: la poesía no puede nunca lograr una culminación definitiva. De aquí también que la noción de clasicismo, en el sentido de modelo superior ya plasmado, sea extraordinariamente problemática en el plano del hacer artístico poético. [En otra dirección, también con ello se explica que las ideologías, obsesionadas por el intento de una culminación operativa, sean tan poco favorables con el arte.] En ocasiones, la poesía se entremezcla con el filosofar. Un caso típico sería la obra de Heidegger. Sin embargo, el saber teorético, al mezclarse con preocupaciones poéticas, puede conducir a concepciones confusas acerca de la conjunción entre el hombre y el universo. La poesía encara esta conjunción, según hemos dicho, como una armonía. Desde luego, tal armonía no incluye en modo alguno una derivación, ni del universo hacia la espontaneidad poética, ni de la poesía hacia la realidad natural. La interpretación de esa conjunción armónica como identidad entre el hombre y el universo sería posiblemente equivocada, ya que la noción de armonía es en cualquier caso insuficiente para determinar tal conjunción.
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