leopoldo maría panero
la sombra del membrillo
Casa Encendida
Diciembre 2005 – Número 5
Como Nerval me ahorcaré en el poema
y tendré por guarida el Barco de Nunca Jamás
donde nunca más estará la vida
y su sucia herida, sino el emblema
torpe de una tortuga, símbolo del tiempo
y de Dios, como el elefante o el cangrejo
o el caracol: porque Dios
tiene abierta en mí su herida
y aunque sólo sea un viejo
sé aún balancearme de un lado a otro
como si viviera–.
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