li-young lee

behind my eyes

siete finales felices

 

 

 

seven happy endings

 

Love, after talking all night,
where are we? Where did we begin?

I needed to name this, needed to know
what we meant when we said we,
when we said us, when we said this.

I wanted to call it something:
Shadows on the garden wall.
A man rowing alone out to sea.
Seven happy endings.

And you? You were happy
with two rooms, and a door to divide them.
And daylight on either side of the door.
Borrowed music from an upstairs room.
And bells from down the street
to urge our salty hearts.

But I woke up one night
and realized I was falling
I turned on the lamp and the lamp was falling.
And the hand that turned on the lamp was falling.
And the light was falling, and everything the light touched
falling. And you were falling
asleep beside me.
And that was the first happy ending.

And the last one?
It went something like this:

A child sat down, opened a book,
and began to read. And what he read out loud
came to pass. And what he kept to himself
stayed on the other side of the mountains.

But I promised seven happy endings.
I who know nothing about endings.
I who am always at the beginning of everything.
Even as our being together
always feels like beginning.
Not just the beginning of our knowing each other,
but the beginning of reality itself.

Sce how you and I
make this room so quiet with our presence.

With every word we say
the room grows quieter.

With every word we keep ourselves
from speaking, even quieter.

And now t don’t know where we are.
Still needing to call it something:

The fountain’s water
ringing the kip of the rock.

A clock the bees unearth,
gathering the overspilled minutes.

siete finales felices

 

Amor, después de hablar toda la noche,
¿en dónde estarnos? ¿Por dónde comenzamos?

Necesitaba darle un nombre, necesitaba saber
qué quisimos decir cuando dijimos nosotros,
cuando dijimos nuestro, cuando dijimos esto.

Quería darle un nombre:
sombras contra el muro del jardín.
Un hombre remando solo en el mar.
Siete finales felices.

¿Y tú? Tú eras feliz
con dos cuartos y una puerta para separarlos.
Y la luz del día a cada lado de la puerta.
Música escuchada desde el cuarto de arriba.
Y las campanas desde la calle
para apresurar nuestros mordaces corazones.

Pero desperté una noche
al hecho de que estaba cayendo.
Encendí la lámpara y la lámpara estaba cayendo.
Y la mano que la encendía estaba cayendo.
Y la luz caía, y todo lo que la luz tocaba
caía. Y tú caías
dormida junto a mí.
Ta l el primer final feliz.

¿Y el último?
Sucedió más o menos así:

Un niño se sentó, abrió un libro,
y comenzó a leer. Y lo que leyó en voz alta
sucedió. Y lo que guardó para sí
permaneció del otro lado de la montaña.

Pero yo prometí siete finales felices.
No sé nada sobre finales.
Yo , quien siempre estoy en el comienzo de todo.
Aun como nuestro estar juntos
se siente siempre como un comienzo. No solo el comienzo del
conocimiento uno del otro,
sino el comienzo de la realidad.

Mira como tú y yo
damos tanta quietud a este cuarto con nuestra presencia.

Al pronunciar cada palabra
el cuarto crece en serenidad.

Con cada palabra nos preservamos
de hablar, y así más serenos.

Y ahora no sé en dónde nos encontramos.
Todavía con la necesidad de darle un nombre.

El agua de la fuente
despertando a la roca de su sueño.

Las abejas desentierran un reloj,
congregando los minutos derramados.

 

 

 

 

 

Li-Young Lee

en Harold Bloom
La escuela de Wallace Stevens
Un perfil de la poesía estadounidense contemporánea
Textos introductorios de Harold Bloom
Edición, traducción y notas de Jannette L. Clariond
Primera edición: junio 2011
Harold Bloom, 2011
Vaso Roto Ediciones, 2011
España — México
Madrid

 

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