Han vuelto los Gigantes de Hielo a visitarme.
No en sueños. A la luz del día. Con los yelmos
relucientes y el rostro selvático y maligno.
Tenía tanto miedo que no supe decirles
que te habías marchado. Lo registraron todo,
maldiciendo la hora en que Dios creó el mundo,
jurando por los dientes del Lobo y por las fauces
del Dragón, escupiendo terribles amenazas,
blasfemando y rompiendo los libros y los discos.
Al ver que tú no estabas se fueron, no sin antes
anunciar que darían con tu nuevo escondite
y serías su esclava hasta el fin de los tiempos.
Donde estés, amor mío, no les abras la puerta.
Aunque se hagan pasar por hombres de mi guardia
y afirmen que soy yo quien los envía.
Luis Alberto de Cuenca
ANTOLOGÍA PERSONAL
LOS GIGANTES DE HIELO 1994
EDITORIAL EL TUCAN DE VIRGINIA
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