luis alberto de cuenca: se aceptan cheques, flores y mentiras: el abrazo

 

 

 

 

el abrazo

 

 

Me dio un abrazo corto, pero intenso,

de esa clase de abrazo que se siente

hasta en las uñas de los pies, un salto

mortal hacia la vida, una caricia

incandescente de esas que no duran

pero que queman, algo repentino

y fugaz, un abrazo que podría

darse sin brazos, porque pertenece

a la categoría del conjuro

y no a la escala de los achuchones.

Recibir un abrazo así, de cuando en cuando,

es una prueba irrefutable

de que la vida a veces te regala

argumentos contra la soledad.

 

 

 

 

 

 

 

 

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