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apártese de mi camino. maniobro con dificultad
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Como a veces se desploma un estante
sobre el que coloqué costosas averiguaciones,
yo misma,
divisa,
mansamente entregada al calor de un extraño.
mundos desconocidos que no quise poblar,
ni respirar
siquiera,
ni otear siquiera
desde el puente del barco
ahora
tientan el rumbo del aire, enderezan la incuria,
abaten mis sueños,
como si tiernos amigos me tendiesen la mano
en su lecho de muerte
y yo misma, divisa,
con el sucio fervor de una compañía ausente,
tuviera que atender a la pestaña de luz
que a cien millas de mi objeto
me intimida.
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Luisa Castro
de Los hábitos del artillero. (Visor, 1990)
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