Cae Impenitente Una Lluvia De Palos Una Virgen Se Lamenta 

De noche cuando el eunuco

duerme

soñando con mi tercera muerte y mi corazón

divide el oro de la sangre

un pequeño temblor me habita por la boca.

Pulsar útiles arpas

entonces,

templar cálido hierro, cerrar

sobre algún sexo las manos aún gritando

sólo puedo morir, sólo puedo morir,

quizás signifique

estar cerca

de mi soledad con un nudo.

Quizás signifique verter fotografías en una zona

a menudo extranjera

golpeando una arena cimentada.

Pero cuando duerme o se empeña en la venta de

mis bienes,

en mi rostro sobre el palo, sólo queda

morir, sólo

queda morir, lo doloroso

es la mañana con himno y camareras,

lo doloroso

es mi cuerpo con andamiaje de ola como edificio

de

aire.

A las cinco se llena de mujeres como

un parque.

A las seis un viento que oscurece

lo recorre como un

sable.

Luisa Castro

Los versos del Eunuco

1986


 

 

 

 

 

 

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