manuel vilas: el hundimiento: V. daddy: spanish dream

 

 

 

 

2015

 

spanish dream

 

I

 

España, ¿qué has hecho de mí? Me he tirado veinticuatros
años madrugando, levantándome a las 6.30 de la mañana,
veinticuatro años dando clases en institutos de enseñanza
secundaria en pueblos perdidos del Norte desértico y frío. Vi
a la clase media baja española, más baja que media. Hijos de
obreros y de desempleados. Quería hacer algo por ellos, algo
importante, yo vengo del mismo sitio. No me quejo. Me
enorgullezco. La queja no va conmigo, la queja es una
vulgaridad imperdonable. Creo que a don Antonio Machado
le fue peor por esos institutos tuyos, más viejos entonces, con
estufas de leña, sin tecnología alguna. Si Machado lo hizo,
cómo no lo iba a hacer yo, si soy tan buena persona como él
y tengo un móvil de última generación. La queja no va
conmigo, si no me creéis, preguntad por mí y os dirán.
Además, trabajar era un privilegio: ya sabes, España, la gran
conquista de tener trabajo y todo eso. Pero no tenía tiempo
para escribir, ya sabes, escribía de noche y todo eso. Nueve
años pasé haciendo doscientos kilómetros a diario, llenando
el depósito en gasolineras perdidas de los pueblos aún más
perdidos de Aragón, mirando cara a cara al gasolinero,
muertos de miedo los dos. Nueve años metido tres horas
diarias en un coche blanco y barato. Vuelvo a insistir porque
soy terco y terco y más terco: No es queja, te lo juro, es
precisión, es amor a la precisión. Amor a la clase baja
española, les hice leer a Kafka, pero de verdad, con todas sus
consecuencias. Eso hice por ellos. La poesía es precisión:
nueve años, tres horas al día en el coche, sí, así fue. No sé si
estuvo bien o estuvo mal; en cualquier caso, ya es una ficción.
Toda mi vida ya es una ficción, como la de mi padre. Sangra
la ficción por todo mi cuerpo.

 

II

 

España, me gusta la realidad. Es dura. Es clara. Es fuerte.
España, ¿eres real? ¿lo soy yo?
España, he intentado ser feliz.
España, soy santo.
España, jamás he odiado a nadie. Creo que he amado a todo
el mundo. Si, espera, deja que lo piense: sí, sí, a todo el
mundo porque todo el mundo es santo y todo el mundo
merece ser amado.
España, jamás mentí.
España, no hablo mal de nadie, no insulto a nadie. Me parece
maravilloso que a todos los escritores y a los poetas y a los
cantantes y a los actores y a los empresarios y a los
trabajadores de la construcción y a las empleadas del hogar y
a los pescadores y a los taxistas y a los conductores de
autobuses y a los catedráticos de universidad y a los guardia
civiles y a los sargentos del Ejército de Tierra y a los
repartidores de Telepizza y a los camareros y a los grandes
banqueros y a los ministros y a las secretarias de los
ayuntamientos de pueblo y a los jueces y a los bomberos y a
los oncólogos y a los maestros y a los celadores de hospital y
a los dentistas y a Ios mineros y a las prostitutas y al Rey de
España les vaya de lujo. A todos los españoles, que les vaya
de lujo, de cine.
España, no envidio a nadie.
España, no odio a nadie.

 

España, amo a quienes me odian, lo hago por delicadeza, por
elegancia, por corresponder un poco, porque amo la oscuridad
de las grandes devastaciones cósmicas, porque amo la
desobediencia.

 

 

III

 

España, mi padre te quería. Hablaba muy bien de ti. Jamás
una palabra contra ti. Mi pobre padre te quería; fue concejal
de un pueblo pequeño en las segundas elecciones democráticas
que hubo en ti, España, en el 79, creo. Estoy orgulloso de
eso si me dejáis: ¿puedo?; la gente le dio su voto. Salió
elegido democráticamente, eso estuvo bien. Lo querían.
Seguramente, lo querían porque era pobre e inocente, pero
pobre con estilo. El estilo es gratis.

 

Llevo toda la vida intentando tener estilo en mitad de la
pobreza.

 

España, en 1985, hice el servicio militar; se suponía que era
un año y medio de mi vida que te regalaba a ti, mi amada
España, en defenderte de no se sabe quien. ¿Te atacaba
alguien? A mí sí que me atacaron.

 

España, mi abuelo era republicano y se pasó seis años en la
cárcel de Salamanca y lo echaron de la cárcel porque se estaba
muriendo y mejor que se muriera far away, allá en su pueblo,
todo el mundo tiene un pueblo en España adonde ir a morir
como un perro.
Gracias España, por ese detalle.

 

España, a mi me gustará morir como un perro, te lo juro, seré
feliz muriendo como un perro, como el último de los perros.
No merezco otra cosa, porque morir como un perro dentro
de ti es la muerte más fastuosa, bella, enigmática y sideral que
pueda ser concebida.

 

 

IV

 

España, muchas veces me diste miedo.
España, sentí terror.
España, en la ciudad en la que he vivido, sentí terror, mucho
terror, pero igual tú no eras, España, la ciudad en la que me
tocó vivir, eso pienso ahora.

 

España, vivo en la ciudad más cainita de la tierra, pero tú,
España, no eres esa ciudad, porque tú eres generosa y buena.
España, tu cainismo en mi ciudad es patrimonio histórico de
la humanidad, debería reconocerlo la UNESCO.

 

España, conozco tu historia.
Dime si te importo.
Yo sé que si.

 

España, déjame ser el escritor que quiero ser, permíteme eso,
qué te importa a ti, déjame ser otro tipo de escritor. Déjame
ir a mi aire. Qué puede importarte eso, si finalmente me
moriré de hambre y en silencio, entonces qué más te da.
Quítame de encima a los fascistas, España, que ahora están
tan bien, tan impolutamente camuflados. Mesiánicos,
maledicentes, intolerantes, siempre allí, queriendo pegarte
un tiro.

 

España, nos das trabajos muy dolorosos.

 

España, no tengo un duro y mis libros se venden poco y no
puedo vivir de mi trabajo, y trabajo para nadie.

 

Solo sé escribir y me estoy quedando sin palabras.

 

 

V

 

 

España, pensé en pasar de ti, pero no puedo, eres mi esposa.

 

España, el mundo es como tú; da igual que te llamaras
Francia o Alemania o Estados Unidos, ya todo es España.

 

España, a veces me trataste muy bien, me dabas besos con
lengua y me acariciabas el miembro y lo pasábamos de lujo,
haciendo el amor toda la noche.

 

España, no adoro a otro país, y todos los países me parecen
peor que España, pues eres tú quien me sostiene, a quien piso
con mis pies desnudos todos los días.

 

España, I love you.

 

España, sé perfectamente que todos los países más civilizados
de la tierra son tan necios como tú, o incluso más que tú,
mucho más que tú.

 

España, tú y yo sabemos de qué estamos hablando, estamos
hablando de una rara forma de clarividencia, amor y sentido
del tiempo y de la historia.

 

España, no dejes que me hunda.
Soy tu hijo. Acuérdate de mi padre; creo que ese me quiso,
vete a saber si tuve padre, si alguien tiene padre.
Nuestras ficciones son irremediablemente leyendas católicas.

 

Solo te tengo a ti y no sé quién demonios eres ni si existes.
España, échame una mano.
España, lo mismo solo consistes en el dinero que la gente ha
metido en tus tristes entrañas, en tu luminoso escaparate
europeo.
España, ¿tú serías algo sin la gente que tiene dinero en
España?
España, lo mismo estás peor que yo y yo aquí como
pidiéndote cuentas.
España, igual eres mi amante.
España, igual me necesitas tú más que yo a ti. En ese caso,
puedes contar conmigo, yo te echaré una mano y no
permitiré que te hundas como yo me hundo en ti. Me casaré
contigo y tendremos siete hijos.

 

España, qué raro es todo, igual nos han engañado a los dos.

 

España, los españoles pobres son mis hermanos, eso siempre.

 

España, creo en la pobreza, en la mala suerte, en la bondad
martirizada.

 

España, estamos solos tú y yo. Yo más solo que tú, y aún lo
estaré más.

 

España, ¿nos conocemos, hemos sido presentados?

 

Ahora mismo no lo recuerdo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

manuel vilas
poesía completa
1980-2018

volumen MLIX de la colección Visor de Poesía
2ª edición, enero 2019
3ª edición, noviembre 2019

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