manuel vilas

 

las arenas de libia

 

ed. huerga & fierro
madrid
1998

 

de amicitia, I

 

 

 

Ya no tengo amigos, los perdí, o les engañé o me engañaron
y los eché de mis días que quedaron vacíos como estrellas en el cielo;
y poco me apena estar solo en las barras de los bares, leyendo
los periódicos y mirando esos corros de adultos que hablan y ríen.

 

 

 

Fundamentalmente era falsa la amistad en cuanto a los altos cometidos
que se le suponen. Frente al amor, que éste sí lo tengo, la amistad
es cosa de hipócritas, de ociosos, de gente vulgar a quien gusta la retórica
y las histriónicas emociones, la gravedad fatua y el alarde febril.

 

 

 

Si no me crees, pon a prueba a tus amigos, que den la vida por ti,
dala tú por ellos sin pensarlo un instante, sin que asome en tus ojos
la mínima duda de que todo no sea una farsa y que tu amigo
es, finalmente, la cosa más odiosa de la creación.

 

 

 

La amistad es asunto de las clases medias, de obreros, de destinos
fáciles, de opiniones comunadas por el miedo, también de escritores
y artistas, de monarcas y del engañoso arte de pasar por el mundo
ayudado del codo ajeno cerrando los ojos a nuestra privada naturaleza.

 

 

 

El amor, en cambio, el sucio amor de los cómplices que se besan
y desnudos sufren en la alcoba, ése es de naturaleza divina y ese sí lo tengo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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