manuel vilas:
una sola vida:
lo mejor de nuestro amor fue suicidarnos
manuel vilas
una sola vida
lumen 2022
lo mejor de nuestro amor fue suicidamos
Bendito sea el suicidio.
Lo mejor de nuestro amor fue suicidamos.
Tantos suicidas en París, en Nueva York,
en Ginebra, en Londres, en Estocolmo y en Madrid.
Hombres y mujeres que se arrojan por las ventanas,
desde décimos o undécimos pisos,
intentando volar en el envenenado viento de las ciudades.
Bendito sea el suicidio, que nos iguala a los ángeles
más famosos en las rutinarias gradas del Universo.
Es temperamental la muerte por amor.
Suicídate, no significa nada, el mundo resplandecerá
aún más y no habrá tristeza alguna porque ya nadie te quiere.
Hombres y mujeres que dispararon negras pistolas
contra sus inocentes y vencidas sienes,
que castigaron su aparato digestivo
con cápsulas verdes y blancas, rojas y amarillas.
No soporté que me abandonaras, amor mío.
No soporté quedarme sin trabajo, amor mío.
No podía verte con otra, amor mío.
La santa horca, la santa pistola y el santo gas,
y el amor siempre,
el amor
tan asesino.
Di adiós a tu cuerpo, se ha quedado vacío.
Bendito sea el suicidio,
que nos aleja de la mirada de todos los Emperadores.
Bendito sea el suicidio, el gran adiós de los lunáticos.
Qué bella es la muerte y su hermano el sueño,
dijo un inglés ilustre.
No podía soportar las nubes, el mar, las calles,
amor mío.
Cúbreme de tierra, estaré bien no estando,
amor mío.
Cómprame un ataúd barato, estará bien así.
No hace falta que me recuerdes,
amor mío.
•
Uno no es crítico de poesía ni nada semejante, válgame dios.
Pero Manuel Vilas (¿le llamarán Manolo sus amigos?) también
sabe que exagerar es el arma, quizá con la tradición española
del tremendismo, de lo excesivo, de llevar cualquier realidad
mucho más allá, mucho más lejos de lo sensato, sacando de
quicio cualquier afirmación para hacerla desmesurada, casi
grotesca, a veces, para que no pase desapercibida y se fije
en la memoria o llame la atención por el método eficacísimo
del despropósito, rompiendo todos los moldes conocidos
para hablar del amor o del suicidio como debe hablarse: a
lo bestia, sin miramientos ni mesuras, porque esa es precisamente
su realidad, y no otra menor, medida y decente.
Bien por Vilas.
NdAlfonso