Las margaritas abarcaron todo el jardín, primero fueron como un arroz dorado, luego se abrían

de verdad, eran como pájaros deformes, circulares, de muchas alas en torno de una sola cabeza

de oro o de plata. Las margaritas doradas y plateadas quemaron todo el jardín. Su penetrante

perfume a uva nos inundó, el penetrante perfume a uva, a higo, a miel de las margaritas quemó

toda la casa.

Por ellas nos volvíamos audaces, como locos, como ebrios e íbamos a través de la noche, del alba,

de la mañana, por el día cometiendo el más hermoso de los pecados, sin cesar.

Marosa di Giorgio

en el blog: Los poemas de Marosa di Giorgio

[lospoemasdemarosa.blogspot]


 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

eternidad

 

La vida vibrante entrando a borbotones; barriendo toda duda.

seis de corazones

 

Pero si lo piensas
con ese amor que sigue latiendo, cuando
el corazón deja de latir