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Marosa di Giorgio
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MISALES
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Relatos eróticos
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1a ed.
Buenos Aires
El Cuenco de Plata
Impreso en junio de 2005
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MISAL DEL NOVIO
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Se formó y parecía una piedra y ostra. Al poco tiempo se formaron muchas y ya era
un establecimiento, bajo los eucaliptos.
Se le cayó una gota de sangre, y luego, más. Tuvo miedo de que a alguna otra pasase
lo mismo.
Lejísimos, todo fue acusado.
Él llegó al caer de una tarde y flotó delante de ella.
Era gigantesco, cintura fina, pollerín, pero de másculo; grandes alas rígidas volaban
más allá de su cabeza.
Todo en color musgo, verdoso, castaño; como un plumaje.
La cabeza larga, delgada, era una vara; al parecer sin ojos ni boca.
Cuando bajó se formó una mariposa, de unos diez centímetros, parecía de zinc, voló
hacia arriba o hacía abajo y luego sin ton ni son. Él no vio eso o hizo que no vio.
Llamó a ella, la atrajo hacia el marsupio; ella subió en un salto. Se izaron enseguida.
Todavía en ascenso fue la primera combustión; hubo una luz. Y otra, y otra.
Iban por las enormes arboledas.
Ella hacía: Y … ! Y … ! Y …. !
Él tenía vibraciones en todo el espesor de su ser.
La luz se seguía apagando y prendiendo.
Hasta que llegaron a un espacio desolado.
De súbito, ella fue desprendida. Alcanzó a dar un grito.
-¡Yo estoy encinta! (¡ …….. !!)
Yo ya voy preñada!!. … ..
Él alcanzó a expresar, desde su cabeza larga, sin boca, delgada, fija:
-Y ¿qué me importa? Si yo ya me complací.
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