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Venía otra tormenta…después de todo
no iba a ser gran cosa, era una nube negra
por el aire y por la tierra
con la boca redonda en el centro
rodeada de grandes dientes
picudos y plateados
se oía un tremendo rugido y un rumor de campanitas.

La gallina gris parda corrió por la sombra
y quedó inmóvil bajo la luz de plata
y quedó diáfana de organdí
en su falda, en su vientre
se le transparentaron muchos huevos,
celestes, rosados y amarillos,
pero en tonos delicadísimos.

Tal cuando la hortensia da en la misma planta
hortensias rosadas y celestes.
Como pudo la gallina partió de la luz
ya parda y gris, comadreja casi.
Huía terriblemente aterrorizada
de volver a quedar en el punto de luz de la tormenta.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
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