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los zapatones artesanales
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Freja está recostada en pura diagonal geométrica, con unos zapatos -en el primer plano del espacio- que
tienen la gracia artesanal de una bomba casera.
Allá, al fondo, está su mirada, que es –quizá- el rasgo que más –o mejor- la representa y la contiene.
Entre los zapatones artesanales y la mirada, tenemos a Freja propiamente dicha, con su longitud humana
y personal, sus piernas de corista y un jersey peludo o felpudo de color azul cielo que apenas la deja transpirar.
Tranquila de manos y con las uñas verde botella, Freja nos mira con dura seriedad y con el pelo entre desordenado
y no peinado. Traduciendo su mirada al lenguaje dialectal, viene a decirnos que por qué no la dejamos en paz,
qué queremos de ella, qué pasa ahora, qué pasa, y qué miramos.
Es una mujer con su propia historia y con sus pantaloncitos, alta de palos y con el carácter mandón de una marquesa;
lleva algún tatuaje aquí y allá y unos calcetines cortos de color naranja, para proteger sus dulces pies del efecto
corrosivo de los zapatones artesanales, esos artefactos que llevan mucha metralla mala.
Narciso de Alfonso
merodeos populares: los zapatones artesanales
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