marosa-di-giorgio

 

misa final con mamá

 

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Mamá, entre sus dos astas, de color tostado, colocó unas rosas. Las rosas eran blancas y no se sabía si de papel o de verdad. Pero, le sentaban bien. Los ojos de mamá iban hacia las sienes. Y tenía dientes amarillos, largos; y algunos eran rosados como pétalos.

Mamá daba rugidos livianísimos bajo las palabras. Por todo el cuerpo una pelambre suave; con algún manchón de nieve. Y sobre esto colocó los mantos y botitas, y un cinturete con esmalte donde también había unas rosas. Mi padre la miraba muy cohibido. Mamá, en ese entonces, se llamó Magenta. Antes había tenido otro nombre que ignorábamos. Ella y yo íbamos de visitas. Ya era el atardecer.

Las casas de cartón verde, con muchas facetas, confudiéndose entre los ramajes. Pero, algunas quedaban solas y producían impresión. Mamá, antes de salir, un poco a ocultas, se iluminó las uñas. Y ahora, me llevaba de la mano, y sin querer me lastimaba con esas puntas. A nuestros pies caían nueces de oro refulgente. Yo juntaba y le mostraba. Había hongos.

Yo decía:

-Vamos a cazar a las honguitas.

Al llegar a la casa de la visita nos agasajaron mucho. Mamá, Magenta, fue sentada cerca de un espejo. Yo, con azoramiento, la veía dos.

Ella tomó licor, de golpe, unas copas, y luego no tomó más. Entre los visitantes había un sátiro. Estaba allí, con disimulo. Cuando nos íbamos salió también. Se ofreció para ser nuestro guía entre las sombras. No me prestó atención. A mamá, sí, tomó del brazo. Hubo como un susurro y se reían. La llamó por un nombre que yo no descifré.

Susurraban, y reían mucho. Susurraban y rugían, y reían muchísimo.

Él dijo:

-Si viera cómo están ahora las florestas!! … ¿Por

qué se marchó .. .

Flor de Lis … ?

Yo tenía un miedo horrible, (y la miraba andando en la oscuridad) como si ella .fuera a dejarme, se me fuera a ir.

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marosa di giorgio

Misales. Relatos eróticos – 1a ed.

Buenos Aires – El Cuenco de Plata

2005

 

 


 

 

 

 

 

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