Nacemos tierra adentro,
nos revuelcan por el barro
y empujados hacia el mar, crecemos
en lo auténtico, para luego ser devorados
por unas mandíbulas hambrientas de nuestra filosofía.

Después, abandonados a la muerte,
si nos portamos bien, nos permiten
dormir un poco, distraídos, en su antesala
todos blancos
bailando en círculos
la ceremonia de la vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

las tardes – Vicente Gallego

 

Pero los días, al pasar, no son
el generoso rey que cumple su palabra,
sino el ladrón taimado que nos miente.

 

exilio

 

Miraba la vida desde la ventana
de mis ojos,