paul muldoon
meeting the british
1987
poems 1968-1998
antología de poesía actual británica
traducida por Carlos López Beltrán
y Pedro Serrano
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sushi
“¡Cuánto tiempo perdemos discutiendo!”
Estábamos sentados a la barra
de sushi, con cerveza Kirin,
viendo cómo el maestro rebanaba
meticulosamente
salmón, atún, jurel;
y el aprendiz, en tanto,
apenas levemente menos leve,
arrojaba el arroz e iba imantando
cada grano
en una dirección: oriente.
Luego vinieron tiras
translúcidas de pulpo
y calamar y anguila,
y jengibre en salmuera,
wasabi verde pálido.
“Es como si quisieras de algún modo
la muerte, para ya no hablar…”
En la banqueta
una mujer en leotardo
seguida por un leopardo
de verdad.
Por un instante, más allá
de la hueva de erizo y de las zonas
erógenas
de sábalo y besugo, vi,
cuando el vapor se disipó,
que el aprendiz había esculpido
los exquisitos
pétalos de una rosa
no en un metal precioso
ni en madera o en piedra
(“muy bien podría estar comiendo sola”)
sino en la punta de una zanahoria;
cómo, cuando le presentó al maestro
esa obra de arte
—“¿No es el colmo de la arrogancia
decir que Dios no es más arcano
que el sabor del orégano,
el orgón,
los órganos internos
de bestias y de aves, y las minas de arigna,
los poemas de Louis Aragon?—,
bien pudo haber sido alabastro
o jade
lo que el maestro sopesó tan gravemente
con una y otra mano, como un sabio
que nunca tomaría, por ejemplo,
a Duns Escoto por Escoto Erígena.[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]
sushi
“Why do we waste so much time in arguing?’
We were sitting at the sushi-bar
drinking Kirin beer
and watching the Master chef
fastidiously shave
salmon, tuna and yellowtail
while a slightly more volatile
apprentice
fanned the rice,
every grain of which was magnetized
in one direction—east.
Then came translucent strips
of octopus,
squid and conger,
pickled ginger
and pale-green horseradish …
‘It’s as if you’ve some kind of death-wish.
You won’t even talk …’
On the sidewalk
a woman in a leotard
with a real leopard
in tow.
For an instant I saw beyond the roe
of sea-urchins,
the erogenous
zones of shad and sea-bream;
I saw, when the steam
cleared, how this apprentice
had scrimshandered a rose’s
exquisite petals
not from some precious metal
or wood or stone
(‘I might just as well be eating alone.’)
but the tail-end of a carrot:
how when he submitted this work of art
to the Master—
-Is it not the height of arrogance
to propose that God’s no more arcane
than the smack of oregano,
orgone,
the inner organs
of beasts and fowls, the mines of Arigna,
the poems of Louis Aragon?—
it might have been alabaster
or jade
the Master so gravely weighed
from hand to hand
with the look of a man unlikely to confound
Duns Scotus, say, with Scotus Eriugena.[/ezcol_1half_end]
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