pecado original

 

Cuando la puta se pinta los ojos

el infeliz supone que es un homenaje a su estilo personal

y hasta olvida la dura tensión que el dinero

sitúa entre los dos como cuerda tirante.

El orgullo se le pudre de golpe cuando ella

mecánicamente manifiesta su apuro por marcharse

y hasta un estúpido puede terminar odiándose a sí mismo,

como una especie de conocimiento parecido a la náusea.

De modo que al salir escupe en la calle

y su dialéctica no da para más.

Cómo podría usted enjuiciar a este individuo,

a este lamentable compatriota que carga a su manera

con toda la vergüenza de la época,

especialmente ahora cuando le vuelve el miedo,

el terror a la policía y al orden que lo engendró;

cuando siente que lo mejor es refugiarse junto al televisor

y achicar todo lo posible su miembro irritado,

aunque los jueces saben, por revelación,

que allí se genera y concentra la culpa,

habiendo pagado o no,

habiéndose o no, la culpa, trasladado a los sesos. 

 

 

 


 

 

 

 

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