pedro salinas:

 

la voz a ti debida 

 

[versos 388 a 424]

 

 

 

Yo no necesito tiempo

para saber cómo eres:

conocerse es el relámpago.

¿Quién te va a ti a conocer

en lo que callas, o en esas

palabras con que lo callas?

El que te busque en la vida

que estás viviendo, no sabe

más que alusiones de ti,

pretextos donde te escondes.

Ir siguiéndote hacia atrás

en lo que tú has hecho, antes,

sumar acción con sonrisa,

años con nombres, será

ir perdiéndote. Yo no.

Te conocí en la tormenta.

Te conocí, repentina,

en ese desgarramiento

brutal de tiniebla y luz,

donde se revela el fondo

que escapa al día y la noche.

Te vi, me has visto, y ahora,

desnuda ya del equívoco,

de la historia, del pasado,

tú, amazona en la centella,

palpitante de recién

llegada sin esperarte,

eres tan antigua mía,

te conozco tan de tiempo,

que en tu amor cierro los ojos,

y camino sin errar,

a ciegas, sin pedir nada

a esa luz lenta y segura

con que se conocen letras

y formas y se echan cuentas

y se cree que se ve

quién eres tú, mi invisible.

 

 

 

 

 

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