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Se ha ido hoy, /dicen que/ definitivamente, a su tierra natal el llamado mozo de la oficina, ese mismo hombre que he

estado acostumbrado a considerar como parte de esta casa humana y, por lo tanto, como parte de mí y del mundo que es

mío. Se ha ido. En el pasillo, al encontrarnos casualmente para la sorpresa esperada de la despedida, le di un abrazo

tímidamente devuelto, y tuve suficiente fuerza de ánimo como para no llorar, como, en mi corazón, deseaban sin mí mis

ojos ardientes.

Cada cosa que ha sido nuestra, aunque sólo por los accidentes de la convivencia o de la visión, porque fue cosa nuestra

se vuelve nosotros. El que se ha ido hoy, pues, a una tierra gallega que ignoro, no ha sido, para mí, el mozo de la oficina: ha

sido una parte vital, por visual y humana, de la substancia de mi vida.

Hoy he sido disminuido. Ya no soy el mismo del todo. El mozo de la oficina se ha ido. Todo lo que sucede donde vivimos

es en nosotros donde sucede. Todo lo que cesa en lo que vemos es en nosotros donde cesa. Todo lo que ha sido, si lo vivimos

cuando era, es de nosotros de donde ha sido quitado al partir. El mozo de la oficina se ha ido.

Es más pesado, más viejo, menos voluntario como me siento al pupitre alto y empiezo la continuación de la escritura de

ayer. Pero la vaga tragedia de hoy interrumpe con meditaciones, que tengo que dominar a la fuerza, el proceso automático

de la escritura como es debido. No tengo ánimo para trabajar sino porque puedo, con una inercia activa, ser esclavo de mí

mismo. El mozo de la oficina se ha ido.

Sí, mañana, u otro día, o cuando quiera que suene para mí la campana sin sonido de la muerte o de la vida, yo seré

también quien ya no está aquí, libro copiador antiguo que va a ser almacenado en el armario de debajo de la escalera.

Sí, mañana o cuando lo diga el Destino, tendrá fin todo lo que fingió en mí que he sido yo. ¿Me iré a mi tierra natal? No sé

a dónde me iré. Hoy, la tragedia es visible debido a la falta, sensible por no merecer que se sienta. Dios mío, Dios mío, el

mozo de la oficina se ha ido.

16-12-1931

Foi-se hoje embora, diz-se que definitivamente, para a terra que é natal dele, o chamado moço do escritório, aquele

mesmo homem que tenho estado habituado a considerar como parte desta casa humana, e, portanto, como parte de mim

e do mundo que é meu. Foi se hoje embora. No corredor, encontrando-nos casuais para a surpresa esperada da despedida,

dei-lhe eu um abraço timidamente retribuído, e tive contra-alma bastante para não chorar, como, em meu coração, desejavam

sem mim meus olhos quentes.

Cada coisa que foi nossa, ainda que só pelos acidentes do convívio ou da visão, porque foi nossa se torna nós. O que se

partiu hoje, pois, para uma terra galega que ignoro, não foi, para mim, o moço do escritório: for uma parte vital, porque visual

e humana, da substância da minha vida. Fui hoje diminuído. Já não sou bem o mesmo. O moço do escritório foi-se embora.

Tudo que se passa no onde vivemos é em nós que se passa. Tudo que cessa no que vemos é em nós que cessa. Tudo

que foi, se o vimos quando era, é de nós que foi tirado quando se partiu. O moço do escritório foi-se embora. É mais pesado,

mais velho, menos voluntário que me sento à carteira alta e começo a continuação da escrita de ontem.

Mas a vaga tragédia de hoje interrompe com meditações, que tenho que dominar à força, o processo automático da escrita

como deve ser. Não tenho alma para trabalhar senão porque posso com uma inércia ativa ser escravo de mim. O moço do

escritório foi-se embora.

Sim, amanhã, ou outro dia, ou quando quer que soe para mim o sino sem som da morte ou da ida, eu também serei

quem aqui já não está, copiador antigo que vai ser arrumado no armário por baixo do vão da escada. Sim, amanhã, ou quando

o Destino disser, terá fim o que fingiu em mim fui eu. Irei para a terra natal? Não sei para onde irei. Hoje a tragédia é visível

pela falta, sensível por não merecer que se sinta. Meu Deus, meu Deus, o moço do escritório foi-se embora.

Fernando Pessoa

Del español:

Libro del desasosiego 15

Título original: Livro do Desassossego

© por la introducción y la traducción: Ángel Crespo, 1984

© Editorial Seix Barrai, S. A., 1984 y 1997

Segunda edición

Del portugués:

Livro do Desassossego composto por Bernardo Soares

© Selección e introducción: Leyla Perrone-Moises

© Editora Brasiliense

2ª edición


 

 

 

 

 

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