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Estoy casi convencido de que nunca estoy despierto. No sé si no sueño cuando vivo, si
no vivo cuando sueño, o si el sueño y la vida no son en mí cosas mixtas, intersecadas, de las que
mi ser consciente se forme por interpenetración.
A veces, en plena vida activa, en que, evidentemente, me siento tan claramente como todos
los demás, viene a mi suposición una sensación extraña de duda; no sé si existo, siento como posible
ser un sueño ajeno, se me figura, casi carnalmente, que podré ser personaje de una novela,
moviéndome, en las ondas largas de un estilo, en la verdad hecha de una gran narración.
He reparado, muchas veces, en que ciertos personajes de novela adquieren para nosotros un
relieve que nunca podrían conseguir quienes son nuestros conocidos y amigos, quienes hablan con
nosotros y nos oyen, en la vida visible y real. Y esto me hace soñar la pregunta de si no será todo, en
este total del mundo, una serie entre-insertada de sueños y novelas, como cajitas dentro de cajitas
mayores —unas dentro de otras y éstas en más—, siendo todo una historia con historias, como la
Mil y Una Noches, sucediendo falsa en la noche eterna.
Si pienso, todo me parece absurdo; si siento, todo me parece extraño; si quiero, el que quiere
es algo que hay en mí. Siempre que en mí hay acción, reconozco que no he sido yo. Si sueño,
parece que me escriben. Si siento, parece que me pintan. Si quiero, parece que me ponen en un
vehículo, como a la mercancía que se envía, y que avanzo con un movimiento que me parece propio
hacia donde no quise que fuese sino después de estar allí.
¡Qué confusión es todo! ¡Cuánto mejor es ver que pensar, y leer que escribir! Lo que veo,
puede ser que me engañe, pero no lo creo mío. Lo que leo, puede ser que me pese, pero no me
perturba haberlo escrito. ¡Cómo duele todo si lo pensamos como conscientes de pensar, como
seres espirituales en quien se ha dado ese segundo desdoblamiento de la conciencia mediante el
cual sabemos que sabemos! Aunque el día esté lindísimo, no puedo dejar de pensar así… Pensar
o sentir, ¿o qué tercera cosa entre los escenarios puestos aparte? Tedios del crepúsculo y del desaliño,
abanicos cerrados, cansancio de haber tenido que vivir…
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20-12-1931
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Fernando Pessoa
Del español:
Libro del desasosiego 189
Título original: Livro do Desassossego
© por la introducción y la traducción: Ángel Crespo, 1984
© Editorial Seix Barrai, S. A., 1984 y 1997
Segunda edición
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